Source:
Un día te levantas con buen ánimo, todo es bello, todo va fluyendo bien y de pronto… ocurre algo que te molesta, te hace rabiar y te cubre una nube de negatividad.
En algún momento a todos nos pasa que nos enfurecemos por algún hecho que no nos fue bien, en temas pasados he hablado que la ira, la rabia y el enojo son perjudiciales para la salud, estas son emociones dañinas que hay que reprimir, o tratar en lo posible no estar enojado todo el día.
Enojarse podría conducirnos a realizar algún mal acto, podría desencadenar otros deseos negativos como la venganza, si está el caso que nos hemos enfadado por alguna injusticia que han cometido contra nosotros, pero dar rienda suelta a todo esto, no ayuda a resolver en nada la situación.
En mi post anterior, hice mención sobre lo sano que es mantener nuestras emociones bajo control y que eso nos conduciría al éxito, si por el contrario nos dejamos llevar por los sentimientos de la rabia, la ira o el enojo, podríamos actuar con agresividad, lastimar a alguien o salir lastimados nosotros mismos, esto traería otras consecuencias adicionales como arruinar nuestra reputación y fracturar nuestras relaciones.
Cuando estemos en momentos que nos provoquen rabia, debemos hacer una pausa y pensar, buscar la alternativa correcta para salir de la situación, de esta forma podemos controlar las emociones. Respirar profundo, contar hasta diez, indagar sobre la causa del problema, ya que estos sentimientos tienden a colocar un velo en nuestro entendimiento y no nos permite ver más allá de las cosas, así que es bueno detenerse y pensar bien, pues actuar por impulso solo empeorará las cosas.
En este sentido, es necesario dominar el carácter, en estos casos, podemos examinar el problema, analizar si somos nosotros el problema, parte del problema o el problema es ajeno a nosotros y recordar que todo tiene solución, no hay por qué estancarse. Si hacemos esto como un ejercicio, ayuda a tranquilizarnos y mantener el control de las emociones, pues sabemos que ellas nos pueden arrastrar y terminamos siendo víctimas de nosotros mismos.
Estar enojado todo el día no es bueno para nada, reduce la productividad y se transforma en un virus que contagia de negatividad a quienes están a tu alrededor, dejarse llevar en estas circunstancias y actuar de forma irracional, podría hacer que hagas algo de lo que te arrepentirás después.
Pensar antes de actuar es buscar soluciones o alternativas más viables ante cualquier hecho negativo que esté aconteciendo, adoptando una actitud positiva, recuerda: Todo pasa, mañana es un nuevo día, al mantener la mente enfocada en pensamientos positivos evita perder la calma en momentos de tensión. Desviar los pensamientos negativos, que dificultan superar la situación, en la forma de dirigir la atención a algo que nos haga sentir bien en el momento, que nos ayude a recuperar el control.
Por más complicada que sea una situación, lo principal es mantener la calma, el control de nosotros mismos, meditar nos ayuda bastante a concentrarnos. Desarrollar un plan para enfrentar la situación aceptando que los problemas son parte de la vida y el día a día, y con ello lograr el equilibrio emocional.
Tratar de relajar los músculos, relajar nuestra mente, respirar profundamente, contar hasta diez, en medio de una situación que nos llene de rabia, así como mantener una actitud positiva, ayudan mantener la calma en situaciones difíciles.
Me despido no sin antes dejarte la acostumbrada cita bíblica:
"Si se enojan, no pequen; que el enojo no les dure todo el día."
Efesios 4:26
(La Biblia- Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.)