Estaba preparando mi presentación para la clase de oratoria que veré mañana, me toca exponer sobre alguien que haya influenciado mi vida positivamente y en primicia les contaré primero a ustedes mis amigos steemianos.
Resulta que cuando tenía 10 años me leí mi primer libro, en ese momento ya era un Best Seller y yo sin saber qué significaba eso, simplemente abrí el libro y comencé a leer la primera página. Se suponía que a esa edad uno está pendiente de salir a jugar todo el día, pero aunque yo lo hacía, también leía y escribía a esa edad, también hice uno que otro dibujo en diferentes técnicas, me probaba que podía hacerlo de cualquier forma si así lo deseaba. Comenzaba a vivir una vida de retos propios.
El libro en cuestión era Tus Zonas Erróneas, del Dr. Wyane Dyer. Un compendio de contenidos increíbles que para mis 10 años se convertían en un camino hacia otro punto de vista sobre la vida. Tardé como una semana leyéndolo, pues a esa edad habían cosas que no entendía muy bien y no tenia a Tío Google para averiguarlo todo. Con cada capítulo leído, me sentaba en la plaza a observar a las personas e indagar que podrían estar pensando o por qué situaciones estarían pasando. Aún hoy lo hago, se convirtió en un hábito, más luego que leí otro libro llamado "Los Rasgos y la Personalidad".
Así pues me fui adentrando en este mundo interior y descubrirme, ubicando mis debilidades y fortalezas, explotando algunas, reforzando conductas y actividades, se me daba bien lo de la lectura y por ende lo de la escritura. Escribía poesía o historias, cuentos acompañados por dibujos, fantasías recreadas en esta pequeña mente que estaba explotando hacia todos los sentidos.
Éste fue ese libro maravilloso, Best Seller con unos números increíbles que convirtieron al Dr Wayne Dyer en el Padre de la Psicología Positiva o de la Psicología Transpersonal, incluso Padre de la Motivación, según diferentes puntos de vista. Y yo sin darme cuenta fui encontrando un propósito de vida, que se manifestó eventualmente, cuando ayudé a algún compañero del liceo a encontrar otros puntos de vista de una misma realidad, o cuando me sentaba a hablar con la secretaria del liceo en el que casi me botan por tremendo, pero que gracias a ese razonamiento adquirido no me botaron, y por mi habilidad para escribir y dibujar, ya que le dí una hegemonía a ese liceo en las competencias contra otros liceos por las carteleras temáticas en la ciudad.
Años más tarde me descubrí en la Universidad, cuando asistía a las reuniones del centro de excursionismo, hablando de las teorías grupales para lograr alcanzar metas ambiciosas, como subir un cerro muy alto por un camino alternativo, creando grupos de alto rendimiento y distribuyendo con liderazgo las tareas durante los días que duraba el paseo.
Finalmente, cuando tuve mi propia empresa, conversaba con mis socios y aunque no me creían mucho, por aquello de tener una personalidad algo rebelde, que le restaba tal vez la seriedad del caso, pero siempre basado en estadísticas tras la observación de los hechos y el entorno. En el camino ayudé a muchas amistades a encontrar sus mejores opciones, y sin saberlo ya era una especie de coach, cuando ni idea tenía de ese título. El hecho es que siemprpe he estado motivando a la gente a salir adelante, aún ahora cuando nadamos contra una corriente fuerte, donde te cambian las señas muy rápido y no te permiten adaptarte a un cambio cuando ya viene el siguiente.
El tiempo siguió pasando y hace unos años tomé la decisión de ayudar a impulsarse a aquellas personas que tenían una idea que podría ser un potencial negocio. Como estudié Análisis de Sistemas, me dediqué a buscar los pros y contras de cada persona que se acercaba en busca de una luz que le permitiese encontrar aquello que aún no visualizaban en la euforia de su deseo de emprendimiento. Y ¿adivinen qué? nunca he ido a lo convencional, al abc del deber ser, sigo siendo aquel rebelde con causa y motivo. Los manuales son excelentes herramientas de trabajo, pero por lo general no plasman en ellos las vivencias humanas, así que allí es donde aparezco y le pongo un sello de "HUMANO" a una acción.
Todo lo que hacemos en la vida influye positiva o negativamente en las personas que te siguen, que te quieren, que sin tu saberlo muchas veces, esperan algo de ti. Terminas convirtiéndote en una especia de ejemplo con tus acciones y palabras. Y es eso lo que pasó hace tantos años ya, cuando a mis 10 años leí ese gran libro y otros muchos de ese querido autor que se marchó a un nivel superior en 2015.
Es así como el Cielo es el Límite, tal vez un nuevo comienzo, una vez que has dejado atrás una estela de motivación, de esperanzas y una visión que le da apertura a lo posible, desde tus adentros, siempre que creas en tí y en lo que haces, con constancia, con pasión y amor propio.
Sé parte de la solución, mi imagen de motivación fue el Dr. Wayne Dyer, una persona que fue abandonada por su padre y estuvo de orfanato en orfanato; alguien que fue levemente alcohólico por 20 años y que descubrió su propósito y lo llevó a cabo desde el amor y por el amor, aún en sus últimos días de vida.
¿Me dirías cuál es tu propósito de vida? Si aún no lo sabes, busca en las acciones que has realizado y en las que has ayudado a alguien a salir adelante.
¡Gracias por leerme!
Las imágenes son de diversas fuentes en la nube y modificadas para mi presentación.
José Rafael Rivero® 2018
@jrafaelrivero
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