Ernestina, la mariquita.
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Cuando comenzó a estudiar en uno de los árboles de aprendizaje, conoció a un Coquito que no era de aquellos jardines, pero que tenía muchas ganas de aprender y por eso viajó desde sus sabanas llaneras hasta aquel jardín plagado de conocimientos y gran variedad de insectos. No se sabe si fue el destino, el amor, o la necesidad de aventuras, pero Ernestina se enamoró completamente de aquel Coquito y quiso Dios que al Coquito también le gustara Ernestina. Se casaron y se mudaron a las sabanas donde vivía el Coquito.
Los pequeños hijitos no tardaron en llegar, el tiempo fue dando sus frutos y al pasar de los años, Ernestina y el Coquito llegaron a tener 4 coleópteros. Una mezcla entre mariquitas y coquitos. Una combinación que cuando Ernestina miraba, no podía evitar decir: "Es que son bien bonitos mis bichitos" Eran bichos, sí, pero unos bichos hermosos y ocurrentes, con un poquito de la personalidad de Ernestina y otro poco de la personalidad del Coco. Eran su misión, su objetivo en la vida, eran su propósito y por ende lo que más hacía feliz a Ernestina.
Al pasar los años, de nuevo no se sabe, si fue el destino, la falta de amor o la necesidad de cambiar de aventuras, pero el Coquito y Ernestina se separaron y tomaron diferentes rumbos. Con sus hijos insectos ya grandes, Ernestina se encontró libre de experimentar, de seguir aprendiendo y descubriendo nuevas aventuras, así que resolvió regresarse a su jardín natal. Con sus patitas descubrió que podía plasmar hermosas imágenes si mezclaba los colores que obtenía de las flores, las hojas y frutos de aquel inmenso jardín. Recuperó su costumbre de escribir y así conoció muchos, muchos insectos, y animalitos, que inevitablemente comenzaron a admirar sus pinturas y sus escritos.
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Un grillo cantarín se prendó de ella y comenzó a cantarle y a enseñarle lo bonito que le parecía aquel jardín. Ernestina quedó fascinada por la alegría y vitalidad de aquel grillo y le entregó su corazoncito de mariquita. Juntos comenzaron una nueva vida, en una hoja verdecita que estaba en un árbol al pie de las montañas. Ernestina volaba cada cierto tiempo a las sabanas para visitar a sus hijos y a los pequeños piojitos que ahora tenía como nietos. La vida transcurría tranquila y bonita, pero Ernestina sentía que las cosas estaban cambiando. Ya no le parecía tan colorido el jardín, las hojas se le antojaban secas, el aire pesado y las canciones tan bonitas de su amado grillo, ahora le sonaban a estruendo.
Comenzó a volar más seguido a la sabana. Y es que allá sentía que, en compañía de sus retoños, podía ver todavía el color de la vida, pero se desesperaba, porque le parecía que poco a poco todo se tornaba gris. Sus hijos, su familia de mariquitas, los coquitos, y el grillo cantarín, lo veían todo igual de colorido, igual de luminoso, con armoniosos sonidos. Pero Ernestina no lo veía igual. Algo dentro de ella se empeñaba en oscurecerle lo que veía, lo que escuchaba y lo que sentía. "Esto no está bien" pensó, y decidió buscar ayuda. Le preguntó a las mariposas y estas le dijeron que todo estaba bien, consultó con las abejas y ellas le regalaron miel para que volviera a sentir el dulzor de la vida, habló con los colibríes y ellos le dijeron que probara el néctar de las flores, que quizás así, se sentiría mejor. Todos, uno a uno, le dieron consejos, pero Ernestina se sentía la mariquita más triste del mundo. Estaba nerviosa, asustada por todo el gris que veía, y por los estruendos que la hacían saltar del susto.
Decidió quedarse en el abrigo de sus hijos, los coquito-mariquita. Voló del jardín a la sabana, porque sentía, que si estaba rodeada de sus afectos y de las melodías y carcajadas de sus hijos y piojitos, seguramente volvería a ver el color de las flores y de la vida. Un día por fin, al conversar con una hada arcoíris, logró dar con lo que le estaba ocurriendo. El hada podía ver a través de su caparazón de mariquita, y descubrió que dentro de Ernestina, estaba creciendo un quiste o bola que se cargaba con la ansiedad y el estrés que había en el ambiente. Nadie sabe cuando se introdujo dentro de su cuerpito de mariquita, aquel coso raro que se alimentaba del gris. Pero lo que sí se supo, es que ese intruso tenía sus días contados.
Todos, en la familia mariquita-coquito, se abocaron a buscar la solución. Tratamientos, medicinas, terapias y más. Ernestina no tenía idea de lo mucho que la amaban. Amigos de todo tipo, desde insectos, aves, libélulas, orugas, hadas, duendes y todos, todos, los seres que habían tenido la dicha de conocer a Ernestina, se unieron en la misión de ayudar a eliminar el "coso" que crecía dentro de su querida mariquita. Las muestras de cariño que recibió Ernestina fueron un bálsamo para su cuerpecito y ella cada día se iba sintiendo mejor y mejor.
Llegó el día pautado para la eliminación total del quiste que se alimentaba de la ansiedad, y entre hadas y duendes de amor, se llevaron a Ernestina a una fuente de salud y bienestar para intervenirla y sanarla por completo. Todos, toditos, esperaban con mucha fe y la certeza, de que todo estaría bien. Juntos cantaban, reían y esperaban la aparición de su querida mariquita. Y cuando por fin Ernestina regresó de la fuente, acompañada de las hadas y duendes que la sanaron, todos pudieron ver la hermosa sonrisa que ahora lucía en su cara.
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La vida es más bonita con las pinturas de Ernestina, todo se hace más fácil si ella nos acompaña. La risa es sanadora, si la risa de nuestra mariquita también se escucha. La música suena más bonita si ella está bien. Por eso y muchas cosas más, nosotros, los hijos de Ernestina, la mariquita, estamos felices porque ella vuelve a sonreír, vuelve a cantar, vuelve a pintar y está feliz.
Este pequeño cuento es una fábula de agradecimiento hacia Dios padre, por las muestras de cariño y amor hacia mi madre, por su salud, su bienestar y su felicidad. Gracias, gracias, gracias Dios.
Es también, un ejercicio para participar en la bonita iniciativa que se propone en Holos&Lotus, con el fin de aportar un grano de arena en la recaudación de fondos para pagar a las hadas y duendes que sanarán a "La Mariquita Ernestina".
Querido usuario, si te animas a participar, sigue las pautas que se explican en esta publicación De antemano, muchas, muchas gracias.
Las imágenes fueron tomadas de freepik.es.
Gracias, hija, por tu historia cargada de metáforas que muestran una realidad que pronto será pasado, cuánto amor a mi lado, gracias por tanto. Los amo.
Mucho, mucho amor te rodea. Es lo que sembraste. Abrazos Má.
Saludos
@tipu curate 8
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Saludos! Gracias.
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Bonito cuento para apoyar a la mariquita Ernestina, vida y salud para tu mamá 🙏🏽
Gracias, amén a tus buenos deseos.
Me encantó tu historia y cómo la redactaste, simplemente hermosa. Gracias por compartir! 💕
Me alegra que te guste, es una forma de describir lo que es mi mamá y la fe que tenemos de que sanará. Gracias por comentar.