The sun was slowly setting on the horizon, tinting the sky in orange and pink tones. I walked slowly between the thorny cacti and the palm trees that swayed gently in the evening breeze. The contrast between the two plants fascinated me: the cacti, with their hardness and resistance, kept inside them the water they needed to survive; the palm trees, tall and elegant, seemed to touch the sky with their long, thin leaves.
Each step crunched on the sand and small stones on the path. From time to time, a lizard ran between the shadows of the dry bushes, disappearing in the tangle of thorns. The air smelled of hot earth and the faint fragrance of wild flowers that resisted in that arid landscape.
I stopped for a moment to observe the horizon. Between the tall cacti, some with yellow and red flowers, and the palm trees that dropped their ripe fruits, the landscape seemed like a painting with contrasts. It was as if the harshness of the desert and the freshness of an oasis coexisted in the same place.
I took a deep breath, feeling the peace of that moment. I continued walking, leaving my footprints in the sand, witnesses of my passage among cacti and palm trees, in a world where life flourishes in unexpected ways.
El sol caía lento sobre el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados. Caminaba despacio entre los cactus espinosos y las palmeras que se mecían suavemente con la brisa del atardecer. El contraste entre ambas plantas me fascinaba: los cactus, con su dureza y resistencia, guardaban en su interior el agua que necesitaban para sobrevivir; las palmeras, altas y elegantes, parecían tocar el cielo con sus hojas largas y delgadas.
Cada paso crujía sobre la arena y las pequeñas piedras del camino. De vez en cuando, una lagartija corría entre las sombras de los arbustos secos, desapareciendo en la maraña de espinas. El aire olía a tierra caliente y a la fragancia tenue de las flores silvestres que resistían en aquel paisaje árido.
Me detuve un momento a observar el horizonte. Entre los cactus altos, algunos con flores amarillas y rojas, y las palmeras que dejaban caer sus frutos maduros, el paisaje parecía un cuadro pintado con contrastes. Era como si la dureza del desierto y la frescura de un oasis coexistieran en un mismo lugar.
Respiré hondo, sintiendo la paz de aquel momento. Seguí caminando, dejando que mis huellas se quedaran marcadas en la arena, testigos de mi paso entre cactus y palmeras, en un mundo donde la vida florece de formas inesperadas.
