CAPITULO 18. LETUM
Naiara llegó a la torre Dominus, la entrada estaba desolada, los vidrios rotos, encontró cadáveres en la recepción, corrió hacia el elevador, los restos del hombre vestido con boina negra yacían tendidos en el piso.
«No, no, no, no, no….» repetía en sus pensamientos.
Presionó los botones de la cabina con desesperación, el elevador se puso en funcionamiento, ella se acurrucaba de cuclillas perdiendo la cordura, lamentando todas las muertes ocurridas ese fatídico día.
«Magnus…Mi Magnus».
Las puertas del ascensor se abrieron, trastabillo adentrándose en la oficina:
―¡Mi amor! ―gritaba con la voz entre cortada, desolada, esperando una respuesta.
A pocos metros, se hallaba Magnus Dominus, su cuerpo inerte cubierto de sangre, la oficina estaba destrozada por completo, junto a él también se encontraban los cuerpos de sus escoltas.
Naiara se lanzó sobre Magnus, golpeando sus cachetes:
―Despierta... mi…amor ―decía entre lágrimas ―Por favor… Mag…nus
La anciana estaba desconsolada añorando un milagro. Allí, de rodillas junto a él, dispuesta a intercambiar su vida, suplicando al viento que se lo devolvieran.
―Mi Magnus ― repetía sin cesar.
La anciana acarició durante varios minutos las mejillas su amado, sus lágrimas caían sobre el rostro del anciano, se acostó sobre el pecho de su gran amor, recordando lo mucho que le gustaba escuchar los latidos de su hermoso corazón.
―Quiero bailar contigo todos los días ― su voz se quebraba al hablar ―Amor…por favor, despierta…Te necesito.
Naiara perdía la razón por completo.
―Te lo suplico… dime…dime que soy la mujer más hermosa que has visto, te lo imploro… amado mio, por favor ― decía abstraída.
―Nuestra hija viene en camino Magnus, debemos ir por ella al aeropuerto.
La veterana se aferraba a él.
Oleadas de desconsuelo invadían su cuerpo, golpeando sin compasión su alma, un pitido zumbaba en sus oídos, imaginando escenarios en los que ella llegaba a tiempo al lugar, imaginando que nada había ocurrido, imaginando que la espera sentado en el sillón, sonriendo cálidamente, quejándose de los largos días de trabajo, bailando frente a ella, comprándole flores, descorchando vino, abrazando a Vitoria y abrazándola a ella… imaginando.
El sonido distante de las sirenas, la regresó a la realidad, Naiara regreso de sus profundos pensamientos, levantó la cabeza y se encontró de nuevo con la cruda verdad, en ese momento dejó de sentir la peor de las desolaciones y desde sus vísceras soltó un grito estruendoso que fragmentó todas las ventanas del piso, los cristales estallaron, cayendo hacía el vacío, Naiara estaba envuelta en llamada de ira.
―No me importa la burocracia Magnus ―decía con su voz rasgada ―Debo irme mi amor, sé que vendrán por mí y aunque mi alma quiera reunirse con la tuya, en este mismo instante, yo sé lo que me dirías, lucharé hasta el último aliento, por ti y por Vitoria.
En ese momento la veterana se derrumbó de nuevo.
―Bailaremos juntos, para siempre, en el oriente eterno, sé que aguardaras mi llegada.
Naiara secó sus lágrimas con sus manos, se levantó e incendió todo el lugar con su energía. Salió de las llamas y fue en búsqueda de refugio.
«No sé en quien confiar Magnus, guía mis pasos.»
CHAPTER 18. LETUM
Naiara arrived at the Dominus tower, the entrance was desolate, the windows were broken, she found bodies in the reception, she ran to the elevator, the remains of the man dressed in a black beret were lying on the floor.
"No no no no no…." he repeated in his thoughts.
She pressed the cabin buttons desperately, the elevator started working, she crouched on her haunches losing her sanity, lamenting all the deaths that occurred that fateful day.
"Magnus...My Magnus."
The elevator doors opened, he staggered into the office:
-My love! ―she screamed with a broken, desolate voice, waiting for an answer.
A few meters away was Magnus Dominus, his inert body covered in blood, the office was completely destroyed, next to him were also the bodies of his escorts.
Naiara launched herself at Magnus, slapping his cheeks :
"Wake up... my... love," she said through tears. "Please... Mag...nus
The old woman was heartbroken, longing for a miracle. There, kneeling next to him, ready to exchange her life, begging the wind to give it back to her.
“My Magnus,” he repeated incessantly.
The old woman caressed her beloved's cheeks for several minutes, her tears fell on the old man's face, she lay down on the chest of her great love, remembering how much she liked to listen to the beating of his beautiful heart.
"I want to dance with you every day," his voice broke as he spoke, "Love...please wake up...I need you."
Naiara was completely losing her mind.
"I beg you... tell me... tell me that I am the most beautiful woman you have ever seen, I implore you... my beloved, please," she said abstractedly.
―Our daughter is on the way Magnus, we must go pick her up from the airport.
The veteran clung to him.
Waves of disconsolation invaded her body, hitting her soul without mercy, a ringing buzzed in her ears, imagining scenarios in which she arrived at the place on time, imagining that nothing had happened, imagining that he was waiting for her sitting on the couch, smiling warmly, complaining about the long days at work, dancing in front of her, buying her flowers, uncorking wine, hugging Vitoria and hugging her... imagining.
The distant sound of the sirens brought her back to reality. Naiara returned from her deep thoughts. She raised her head and found herself once again faced with the harsh truth. At that moment she stopped feeling the worst of desolation and from her insides she let out a cry. thunderous scream that fragmented all the windows of the apartment, the glass exploded, falling into the void, Naiara was enveloped in a call of anger.
"I don't care about the bureaucracy, Magnus," he said with his raspy voice. encouragement, for you and for Vitoria.
At that moment the veteran collapsed again.
―We will dance together, forever, in the eternal east, I know you will wait for my arrival.
Naiara wiped her tears with her hands, stood up and set the whole place on fire with her energy. He emerged from the flames and went in search of shelter.
«I don't know who to trust Magnus, guide my steps.»
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