De pronto, la anciana se desmayó en las escaleras. Así, sin más. No había razón aparente. Comenzó un escándalo por todo el edificio.
–¿Cómo es posible que a la señora Clemencia, tan sana, tan activa, y tan coqueta, le sucediera esto? –pronunciaron los vecinos.
–¡Ay, no me quiero imaginar lo que quedará para nosotros! –exclamó una señora súper amiga (y súper envidiosa) de Clemencia.
El resto sucedió rapidísimo. Llevaron a la señora a su apartamento, para que inmediatamente, la única hija que aún vivía con ella, saliera corriendo al hospital a llevar a su mamá. Llamó a sus hermanos. Todos hicieron lo respectivo y con tremendo susto, fueron directo a donde tenían a Clemencia.
Ella despertó, como si nada hubiese sucedido.
–¿Qué hago yo aquí? –preguntó un poco extrañada.
Le explicaron su desmayo e inmediatamente los doctores procedieron a hacer los exámenes correspondientes, empezando por una hematología. Lo que encontraron fue un desastre: sus valores (específicamente la hemoglobina y los leucocitos) estaban por el suelo. Por el metro y más abajo. Además, tenía dengue.
La señora Clemencia estuvo hospitalizada por una semana, y ella no entendía nada, porque se sintió débil en todo momento y el montón de exámenes continuaba.
El doctor de turno le informó que tenían que hacerle un aspirado en la médula ósea.
Una semana después, el doctor se reunió con ella.
–Lo lamento, señora Clemencia. Usted tiene leucemia linfoblástica aguda. Es decir, cáncer en la sangre. Las quimioterapias, no servirán de nada, solo lograran agotarla y debilitarla más. Aproximadamente, sólo le quedan tres meses de vida.
Alexmar Uzcátegui, diciembre de 2017.
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Excelente, como siempre.
Gracias, saludos.