Al comienzo de la partida, los peones abren espacios para permitir el desarrollo de las piezas al tiempo que se convierten en bastiones defensivos tras los que se organizan nuestras fuerzas. En el juego medio (mitad de la partida), luchan para controlar casillas clave, lanzan ataques para romper las estructuras de peones enemigas (rupturas) o realizan incursiones kamikaces hasta el mismo rey enemigo para minar sus defensas. Pero es en final de la partida cuando se vuelven realmente peligrosos porque al haber pocas piezas aumentan sus posibilidades de coronar con éxito, y esa es la máxima aspiración de cualquier peón (además de sacrificarse por su rey claro), pues ya está aburrido de que alfiles, caballos y torres le miren por encima del hombro.
Cada peón es potencialmente una dama.