Saludos comunidad de STEEMIT, les cuento que cuando voy al campo o de excursión disfruto mucho estar alejada de la ciudad y de sus luces, porque me permite ver la luz de las estrellas y de la luna, que normalmente no le damos importancia en los centros poblados, pero lo que más me gusta cuando me adentro en la montaña de noche son esos maravillosos seres llamados los cocuyos o luciérnagas. Es cierto también lo que mencione en el cuento "La Mujer Cardón", hay muchísimas en las montañas de Rio Claro.
Los aborígenes le decían cocuy o cucuy. Con ellos hacían cocuyeras para alumbrarse por las noches. Es decir rellenaban una lámpara con cocuyo para alumbrarse.
Los españoles también los usaron para iluminarse y sus mujeres adornaban con ellos el pelo y sus vestidos, en las noches de fiesta
Su habitad son los pantanos o en las áreas húmedas y boscosas, donde sus larvas tienen una fuente de alimento abundante. Poseen una distribución mundial de al menos 1900 especies conocidas.
Es allí en esas penumbras en que se puede apreciar la magia que produce mirarlos en contraste con las estrellas, o alrededor de fogatas que asemejan alegres chispas, que han logrado desprenderse del fuego para alcanzar las estrellas, sacerdotes y sacerdotisas de la luz que salen a poblar la noche, con su mágica luminiscencia, existen diversos mitos acerca de la creación de estos seres y su participación en la naturaleza en la cosmovisión indígena. La Gran Sabana esta llena de seres mágicos, cuentos, leyendas y mucha tradición oral, la historia que yo más disfruto de estos seres procede de los pemones y la recopilo Fray Cesareo Armellada, mi madre solía leérmelo y lo volví a escuchar a la luz de una fogata, cantando y contando historias en la Gran sabana, se llama el Cocuyo y la Mora: se trata del amor no correspondido. Dice así:
La mora estaba vieja, deshojada y encorvada y de sus ramas asomaban unos dientazos muy feos. El cocuyo se acerco buscando un sitio para dormir. Al la mora le gustó la manera de volar, el zumbido de sus alas y los ojos brillantes del cocuyo. Le dio comida y bebida. Le colgó con cuidado en su chinchorro (Hoja, pero literalmente significa: “Pequeña embarcación de remos”) y lo entretuvo con conversaciones interesantes hasta muy entrada la noche.
¿Quieres casarte conmigo, cocuyo? Preguntó por fin la mora. Pero el cocuyo se hizo el dormido y no le contestó. La mora lo toco suavemente y volvió a preguntar:
-¿Quieres casarte conmigo, cocuyo? El cocuyo abrió los ojos y contestó molesto:
-Yo no te quiero, mora. Eres vieja, estas deshojada y encorvada. Estás muy fea. No me casaré contigo.
Al amanecer, el cocuyo siguió su camino y después de mucho volar llegó hasta casa de sus tíos. Allí se quedo varias lunas conversando y bailando. Luego emprendió el viaje de regreso. Pasó por los mismos lugares por donde había venido y un día llego al mismo cerro donde vivía la mora ¡Y que sorpresa! La mora estaba totalmente cambiada. Estaba joven, vestida con hojas nuevas y adornadas con flores.
¡Que buenamoza estás, mora! Exclamó el cocuyo. Te ves muy linda llena de flores. Me gustas mucho. ¿Quieres casarte conmigo?
Pero la mora no le contestó.
-Mora, morita, cásate conmigo, suplicó el cocuyo.
-No, cocuyo, dijo la mora.
Y por más que insistió el cocuyo, ella no le hizo caso.
-Por lo menos dime como te las arreglaste para ponerte tan buenamoza, rogó el cocuyo.
Y la mora contesto:
-Esa no fui yo. Unos hombres que andaban cazando por allí me prendieron fuego y con el fuego precisamente me volví joven y bella otra vez. ¡Mora! Exclamo el cocuyo entusiasmado. ¿No podré volverme joven igual que tu?
-No sé. Si te parece, hazlo, pero ten cuidado.
Entonces el cocuyo vio cerca de allí una candela (hoguera) que habían prendido unos hombres.
-Yo también me pondré joven y buenmozo como la mora. Tal vez así ella me quiera. Y sin pensarlo más voló al fuego.
Pero apenas lo tocaron las llamas y sintió que se quemaba, el cocuyo arranco a toda prisa. Sacudió las alas para apagar las chispas. Y se froto contra la hierba verde. Entonces se miró y vio que estaba todo negro y chamuscado. Solo en la cola le quedaba una chispita que no podía apagar. Por más que voló y batió las alas, allí quedó la chispita.
Muy triste y un poco avergonzado, el cocuyo se alejo de la mora y siguió su viaje hasta su casa.
Desde entonces todos los cocuyos tienen ese color negro y esa luz en la cola. Todos los cocuyos rondan las moras cuando están en flor, con la esperanza de enamorarlas. Y cuando por las noches ven una candela (hoguera), allí se tiran (arrojan)".
Espero hayan disfrutado el tema de hoy, Feliz STEEMIT a todos!!
Fuentes:
https://www.ecured.cu/Cocuyo_(animal)
National Geographic. «Luciérnaga (bicho de luz)».
El cocuyo y La Mora, Fray Cesario Armellada, Ediciones Ekare.
The Tree of Life, or Etz haChayim (עץ החיים) has upvoted you with divine emanations of G-ds creation itself ex nihilo. We reveal Light by transforming our Desire to Receive for Ourselves to a Desire to Receive for Others. I am part of the Curators Guild (Sephiroth), through which Ein Sof (The Infinite) reveals Itself!
Very grateful and praised for your comment, be of light, infinite blessings @netzachah.
I hope we continue to meet in this way.
Hi! I am a robot. I just upvoted you! I found similar content that readers might be interested in:
http://rinconliteraturainfantil.blogspot.com/2009/07/el-cocuyo-y-la-mora.html
Thank you very much, if the story of Fray Cesareo Armellada is also there in a digital version, but with some illustrations.