El Tío Bob es un hombre de 60 años de edad posee una pequeña finca la cual suele pasar los fines de semana en contacto con la naturaleza pero no siempre fue así, el tío Bob era un empresario con demasiada actividad, un hombre que trabajaba 20 horas al día y mas, bajo una constante presión, hasta que un día sufrió un infarto, motivo por el cual estuvo a punto de perder la vida. Desde ese momento el Tío Bob decidió darle un giro total a su vida, pues dijo que en ese momento, cuando sintió que el cuerpo se le estaba durmiendo, cuando pensó que la vida se le iba. Entonces se dijo:
>¿Es así cómo debo terminar? ¿Es este mi fin? ¿cuál es realmente mi misión en la vida?
Desde allí el tío Bob, le entrego las riendas de la empresa a su hijo mayor Alberto, quien pasó a ser el gerente general de la compañía; y el Tío Bob se retiró a vivir a su pequeña finca, para estar más relajado, para que su tratamiento pudiera tener mejores resultados.
Algo que lo ayudó definitivamente a complementar y a terminar de entender y aceptar esta realidad, fue que en su finca un pequeño caballito en la sabana quedó atrapado en una cerca, y se le partió una pata. El Tío Bob de inmediato llamó a Pablo el veterinario, su amigo de la infancia, quién le dijo que lamentablemente, había que sacrificar al pequeño caballo. El Tío Bob, le pidió a Pablo que por favor buscara alguna alternativa porque él no lo quería sacrificar.
Luego de pensar un poco, Pablo le dijo:
Bueno Bob hay una pequeña opción, pero no puedo garantizarte nada, la posibilidad de hacerle y colocarle una prótesis, pero es un tanto costoso y largo el tratamiento. Va a requerir de mucho cuidado.
El Tío Bob le dijo:
Tranquilo Pablo, no importaba lo que cueste, con tal de que el caballito no sea sacrificado
El proceso de tratamiento y recuperación del caballo, fue largo, pero el tío Bob no se desanimó, él se dedicó a cuidarlo, como si se tratara de uno de los miembros de su familia. Pablo hizo la prótesis, la cual le fue colocada al caballo, en un principio no la toleró, pero Pablo dijo que eso era normal y que poco a poco se irá acostumbrando.
Con el transcurrir de los días el caballito, fue aceptando la prótesis y pronto se le vio caminar y dar vueltas en el Potrero, apoyándose en su pata postiza. Con los constantes cuidados del tío Bob, el pequeño caballito comenzó a trotar y a tener una vida normal.
En una conversación sostenida con el Tío Bob, me llegó a comentar que aparte de su familia,ese caballito, le había servido de motivación, para afianzar ese pensamiento qué se le metió entre ceja y ceja, en el momento que sufrió el infarto, por lo que comenzó a cuidarse, prometiéndose que él se curaría, al momento que el caballo, se hubiera curado también, y así fue. Todas las tardes se sienta en su sillon a ver correr al caballito en el corral, quien con sus relinchos parece darle las gracias por haberle salvado la pata y la vida.
Hoy el Tío Bob, es un hombre que goza de buena salud, está en muy buen estado; y continúa viviendo en su finca, son pocas las veces va a la ciudad. Solamente lo hace cuándo va a buscar suministros y dice que definitivamente, la vida se hizo para vivirla con tranquilidad, que las cosas hay que llevarlas con calma, porque algo que está terminando con las personas es esa vida azarosa, que todos llevamos, el estrés, la contaminación de las ciudades.
Y hoy inevitablemente hay que sumarle la situación política y económica que aqueja a Venezuela, pero por encima de todas esas vicisitudes, el Tío Bob no pierde las esperanzas, de seguir adelante luchando por su vida.
Ese es el nuevo Tío Bob.