Claro que sí: a mojarse. Que llueva a cántaros y esa agua bien nacida siga iluminándote. Cuando vuelva a Barcelona, espero que llueva a manos y refugiándonos en un bar, quizás en este mismo, me cuentes la clave de estos uliséicos y kafkianos versos. Un fuerte abrazo, Artista.
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un otiliento y salvientado pergamo y te alcalifo de arrimales boquidrados... si Dios quiere.
Hecho!