Todo lo que nos duele, es todo lo que somos.
tiempo, amores, melancolía, insomnio; duda, arrepentimiento, culpa, deuda, muerte. Los seres humanos marchamos fúnebremente con ese dolor.
Dios es el eco del silencio que viene luego de terminada la oración.
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El primer se me ha figurado la imagen poética de Sísifo con su castigo eterno. Cargamos con nuestra piedra irremediablemente que tenemos que empujar constantemente, condenados a ser nosotros mismos.