La adhesión de Neymar al Real Madrid implicaría una nueva vuelta de hoja en los planes de Zidane. La oportunidad ofensiva que supone su llegada no es menos importante que el conflicto táctico que entraña. La prometida revolución de Zidane, cuyo indicio más visible se produjo en Salzburgo con ese anómalo 1-3-5-2, quedaría condicionada por la obligación lógica de encajar a Hazard, Benzema y Neymar en el once. El potencial en ataque se multiplicaría de forma extraordinaria -cuentan 668 goles y 435 asistencias entres los tres durante sus carreras de clubes-, pero el equilibrio futbolístico del equipo peligraría. La pretemporada ha reflejado la incierta estructura defensiva del Madrid, con 16 goles encajados y 105 disparos recibidos en únicamente seis partidos. Zidane deberá revisar los sistemas para acomodar a tanto atacante sin destapar más al bloque y evitar que siga siendo tan vulnerable en fase defensiva.
Con movilidad en un 1-4-4-2 clásico o en rombo
El ajuste más sencillo parece ser ubicar a Neymar como extremo o delantero perfilado hacia la izquierda. Su asociación con Hazard resultaría la clave fundamental en la arquitectura ofensiva del Madrid. El belga ha venido actuando en ese sector, pero es un mediapunta vocacional y podría compartir con Neymar zonas de acción. Son futbolistas que entienden el juego igual, de un perfil encarador (seis regates por partido cada uno) y con claridad como asistentes (tres pases de finalización).
Desde esa perspectiva, el 1-4-1-2-1-2, el esquema en rombo tan reconocible en el técnico francés, situaría a Hazard como enganche con Benzema y Neymar por delante. El Madrid podría mantener una organización, más o menos, estable al estar escoltados por dos interiores (Modric y Kroos) y un medio centro puro como Casemiro. Otra variante sería el clásico 1-4-4-2, con Hazard tirado a la banda izquierda sobre el papel y dos pivotes en el medio. Hazard y Neymar podrían intercambiar sus posiciones con plena autonomía, pero siempre uno de los dos estaría forzado a replegar por la izquierda cuando el Madrid no tuviese el balón. El brasileño cumplía con estas funciones regularmente en el Barcelona. En este caso, el dilema se alzaría sobre quién jugaría en el costado derecho.
No parece apropiado, dados los problemas del Madrid en el balance tanto por dentro como por fuera, que la teórica titularidad recaiga en Vinicius, sacrificando un centrocampista con el riesgo que una decisión así conllevaría. Modric podría ocupar ese espacio en fase defensiva y desempeñarse como un interior en los momentos en que la posesión sea propiedad blanca. No se debe descartar tampoco el 1-4-2-3-1 con un arreglo similar para organizar a los atacantes.
De extremo en la izquierda bajo el 1-4-3-3
Aunque Zidane anunció durante el tramo final de la temporada pasada que renovaría el dibujo, no se ha privado de utilizar su tradicional 1-4-3-3 durante la gira veraniega. Esta disposición desplazaría supuestamente a Hazard a la banda derecha. La recolocación de Neymar en ese lado del campo causaría mayor sorpresa. El belga ha disputado más de 60 encuentros tanto en el Lille como en el Chelsea partiendo desde ese flanco del campo, pero su tendencia natural siempre le encaminó hacia el centro. Como consecuencia se produciría un sistema asimétrico. Zidane le daría total libertad a Hazard para no perjudicar las capacidades del belga, aun a riesgo de descomponerse tras pérdida.
El Madrid ha venido padeciendo graves carencias para detener las transiciones del rival debido a las confusiones posicionales de sus jugadores. Se desmonta fácilmente si no recupera en la primera presión. Con Hazard instalado en el carril central, el adversario podría disponer de superioridad para escapar por el costado derecho blanco. Casemiro y Modric deberían acudir a la cobertura, pero siempre asomaría el peligro de que Marcelo no baje por el otro perfil. A Casemiro no le da tiempo a estar en todos los lados.
Este 1-4-3-3 sí respetaría el talento arriba del tridente compuesto por Hazard, Benzema y Neymar. El dinamismo es una de las características de los tres, con ingenio para desbordar en las jugadas más estáticas y demoledores en las situaciones de contraataque. Neymar emergería normalmente en la izquierda, pero Hazard y Benzema podrían cambiar sus roles especialmente durante las transiciones. Sus caídas a banda, rupturas en el desmarque y visión de juego redoblarían la amenaza del Madrid en fase ofensiva y multiplicarían su potencial.
Junto a Benzema arriba en el 1-3-4-1-2
A Zidane también le queda la opción de alargar su apuesta por el 1-3-5-2 con Neymar en el campo. Según lo probado frente al Red Bull Salzburgo, el encaje sólo reclamaría un cambio de nombres y un pequeño matiz táctico. Neymar haría de Hazard como acompañante de Benzema y el belga ejercería de mediapunta como ofició Isco sin éxito en Austria. Asimismo, el 1-3-5-2 se transformaría en un 1-3-4-1-2. Neymar podría formar una alianza notable con Marcelo y Hazard gozaría de independencia por dentro y también para aprovechar los espacios a la espalda de los laterales contrarios.
El conflicto volvería a surgir en el capítulo defensivo. Sin el balón, Zidane estableció a su equipo con tres centrales y dos carrileros, con Casemiro y dos interiores por delante. Hazard y Benzema se quedaban descolgados para explotar el poderío del Madrid a la contra. Pese a esta teórica acumulación de jugadores, el conjunto blanco se partió en demasiadas ocasiones, quedando sólo los tres centrales y Casemiro como sostenes atrás. Con el tridente en el campo esta disposición se tambalea incluso más. Parece excesivo que Hazard, Benzema y Neymar no se arrogaran responsabilidades en la presión y repliegue. El equilibrio del Madrid se resentiría y su fragilidad quedaría más comprometida.
El posible fichaje de Neymar no se discute desde la arista ofensiva. Su adaptación al engranaje blanco con Benzema y Hazard como socios predilectos y necesarios ya tiene una base asentada por las propias condiciones de los tres jugadores. Será Zidane el encargado de demandar su esfuerzo defensivo y compensar el bloque para que la oportunidad de fichar a Neymar no degenere en un conflicto táctico que derive en más perjuicios que beneficios para el nuevo proyecto del Real Madrid.
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