América Latina, lo que unos califican como el gran dormido de la economía, es uno de los puntos del planeta, junto con África, en donde la Democracia occidental ha sido más manipulada. Se ha convertido en uno de esos fetiches del que todos hablan y desean, pero pocos países en la región se pueden jactar de practicarla satisfactoriamente. Para ejemplo sólo hay que ver los escándalos de corrupción, tráfico de influencias, nepotismo, asesinatos políticos, desapariciones forzadas, y un largo etcétera que han sucedido tan sólo en los últimos 10 años.
Según los estudiosos en la materia, urge consolidar la Democracia en la región, sin embargo, no se ve por dónde pueda empezar a hacerse, ya que hay mucho por hacer.
Cuando surgieron las Redes Sociales, hubo un brillo de esperanza. Se creía que con la incursión del público Latinoamericano en ellas, se podría abrir una puerta para la democratización de la sociedad, un aumento de la participación y sobre todo una mejora en la toma de decisiones ya que “estaríamos mejor informados”. En un principió se dio una dinámica virtuosa en RS, parecía que la idea empezaba a funcionar. Se catalizaron movimientos que empezaron en las redes para salir a las calles a reclamar derechos o expresar inconformidades.
El Poder en América Latina se dio cuenta de lo peligroso que podrían ser éstas para mantener el control estatal al que están acostumbrados y comenzaron un contraataque: una guerra de desinformación y enrarecimiento de las Redes. Los Bots comenzaron a hacerse presentes y a generar falsas tendencias de opinión. La opinión en RS comenzó a polarizarse y la cohesión que se había logrado en los primeros años, se fue disipando. Hoy en día, las redes siguen mostrando un gran músculo en cuanto al poder de movilización, sin embargo, su poder ha sido disminuido por los intereses políticos.
Algo en lo que una gran parte de la sociedad, sin importar la filiación política, está de acuerdo, es en que el poder político debe de horizontalizarse, que no quede en manos de unos cuantos, si no que toque a todos los actores de la sociedad y a todos los estratos. En América Latina, se ha comenzado a poner las bases para lograr una mejor distribución del poder, pero los pasos han sido pocos ante la reticencia de las elites políticas a compartir el poder.
Una de las tecnologías punteras, que podría cambiar el panorama político, tanto en el mundo como en América Latina es la Blockchain o Cadena de Bloques. En días recientes cumplió 9 años de estar sobre la mesa, sin embargo, apenas se empiezan a aprovechar los beneficios de ésta en diferentes rubros. La Cadena de Bloques se conoce por ser el “motor principal” del Bitcoin (BTC), la moneda digital que pasó al imaginario popular como un activo de la Deep Web, con el que supuestamente se comerciaban productos ilícitos a ser uno de los activos más codiciados a nivel mundial por los grandes rendimientos que ha dado en últimos años.
A partir de la invención de la Blockchain, ha habido una explosión de proyectos que se basan en ella, principalmente en el campo de las Divisas Digitales o mejor conocidas como Cryptodivisas, para después dar lugar a otros desarrollos. Entre las más destacadas se encuentra Ethereum, Libertaria, IoP, IOTA, Dash, ZCash, Monero, etc. Cada una de ellas con sus características muy específicas, y con grandes potenciales para ser explotadas.
Desde la Blockchain de Bitcoin que puso sobre la mesa un nuevo método de almacenamiento de datos, hasta proyectos como el de Libertaria, que son redes descentralizadas que se pueden implementar a teléfonos celulares, Raspberrys Pi, computadoras personales, o un “internet alterno descentralizado” como es el proyecto de Internet of People (IoP). Todos estos proyectos están innovando y marcando pauta, pero probablemente sólo un 10% o menos de éstos lleguen a consolidarse en plataformas reales de uso diario, pero cuando lo hagan, el impacto que tendrán sobre miles de millones de personas será muy importante.
¿Cuál de ellas podrá impactar en nuestra forma de hacer política? ¿Ya habrá salido al mercado? ¿Serán desarrollos específicos? ¿Cuándo tendremos un sistema electoral basado en blockchain? Cuándo vayamos a una consulta médica a una clínica estatal, ¿nuestros datos estarán almacenados en una blockchain? ¿Cuándo pagaremos impuestos a un órgano fiscal operado por la Cadena de Bloques? ¿Cómo afectaría ésto a la vida en América Latina?
Seguro dentro de unos años empecemos a ver la implementación de la Blockchain en algunos aspectos de nuestra vida, y como ciudadanos, debemos exigir que esa implementación sea acorde a los principios básicos: una red abierta, descentralizada y anónima. Pero sobre todo, en América Latina debemos procurar hacer llegar esta tecnología al área de la toma de decisiones, en donde los ciudadanos tengamos la confianza de que la tecnología está de nuestro lado y no del lado del Poder.
Mientras eso sucede, habrá que ir desarrollando programas e incidiendo en actores políticos para que se abran a la idea y vean los beneficios de la utilización de la Blockchain en las estructuras gubernamentales. Así como generar confianza en la ciudadanía, la cuál al final del día saldrá empoderada y beneficiada.
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