Hace cierto tiempo, un vídeo sobre unas pruebas clínicas que harían a un grupo de personas de diferentes orígenes raciales se volvió viral; en él se tomaban muestras de sangre con consentimiento de los participantes, con el fin de hacer pruebas de ADN y los resultados estarían desagregados en los orígenes raciales de la composición sanguínea, en términos porcentuales.
Pasado el tiempo, se congregó a los participantes del estudio para compartir las derivaciones del mismo en un salón y la idea era hacer la lectura en público, cuestión autorizada también por los participantes. En fin, lo que hizo viral el contenido comentado, fue el hecho de escuchar y ver las caras de sorpresa de las personas al darse cuenta de lo variopinto que resultaba su origen étnico.
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Así, por ejemplo, una persona de raza asiática encontró porcentajes interesantes de genes africanos, caucásicos e indios donde predominaba, obviamente, el componente de su raza. Para hacer corto el cuento, las reacciones variaron entre la incredulidad absoluta, generada por una creencia a pies juntillas sobre el origen “puro” de los genes hasta las lágrimas (no sabemos si de alegría o decepción) por saberse “ciudadano del mundo”, vista la mezcla genética de los presentes.
Ésta anécdota viene a colación por el título que nos ocupa en ésta publicación: ¿Luchar contra la intolerancia o fomentar el respeto? Dado el enfoque que ha tenido hasta ahora los esfuerzos para que la humanidad supere las barreras de la intolerancia. También nos hacemos la pregunta en vista de la conmemoración del Día Internacional para la Tolerancia, aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas (O.N.U.) y que se celebra el 16 de noviembre cada año.
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Y ¿por qué nos hacemos esta pregunta? Cualquiera diría que es una cuestión de semántica, pero el cerebro humano es un cúmulo de experiencias pasadas que reacciona diferente a cada estímulo. Luchar contra algo o alguien, paradójicamente, prepara a la otra parte que pelea por su interés, a estar alerta y a la defensiva. En términos psicológicos, se falla desde el principio en el interés de conseguir el efecto deseado. Jamás será lo mismo “Luchar” que “Fomentar”, envía a la psique mensajes completamente diferentes.
Y es por esa misma razón que el vídeo se hace viral, entra en la psique de quien observa porque educa y fomenta el respeto al condenar al ostracismo la idea de la “sangre pura” o la “raza superior”, habida cuenta de la mescolanza de genes. Da un poderoso mensaje y pone en perspectiva al observador, sobre lo inusual que resulta ser “objeto de estudio” para un tema que se da por sentado y que lo descoloca a partir de las consecuencias de las pruebas de ADN.
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Por supuesto, habrá quienes siempre intentarán desacreditar el estudio y, peor aún, provocar enfrentamientos a partir de la ignorancia. Y es aquí donde los esfuerzos por esparcir la tolerancia han resultado infructuosos. Cuando todavía existen personas que niegan la falta de existencia de la “raza superior” algo se está haciendo mal, algo no está calando en el mensaje que se desea convertir en el vehículo de entendimiento entre los seres humanos.
Y sucede que volvemos a los orígenes de todo: el hogar, como dador de valores. Mientras existan padres y madres que no se ocupan de sus hijos o los abandonen, siempre habrá un caldo de cultivo para la intolerancia. Ni siquiera es cuestión de educación, puesto que hemos conocido personas sin estudios, que son perfectamente tolerantes.
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Se trata de que la sociedad tome una nueva senda donde el castigo no sea la cárcel para el intolerante, sino una especie de inmersión en el mundo que odia, facilitar elementos para que sea capaz de apreciar las diferencias humanas, para que pueda alcanzar un grado de asertividad lo suficientemente grande para que deponga su actitud. Lo que faltaría es la voluntad política necesaria para cambiar el enfoque.
Una sociedad entera no podrá obligar a un hombre a cambiar sus creencias, pero si puede modificar el comportamiento sin invadir esa privacidad necesaria, en la cual cada persona debe ser capaz de conservar su integridad, pero jamás a costa de los derechos de otros. Fomentar el respeto hacia quien es diferente, es un modo más fácil de alcanzar los objetivos que se persiguen para una conciencia colectiva más inclusiva.
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Los líderes son responsables de esto, muchos de ellos no se dan cuenta que sus palabras pueden permear en los débiles de mente y provocar más intolerancia. Ejemplos hay muchos, ésta misma semana un famoso locutor canadiense de un programa deportivo muy popular de hockey sobre hielo, fue despedido luego de 38 años de trabajo, por sugerir que los inmigrantes debían usar la flor de amapola en el mes del veterano (Noviembre), una costumbre canadiense. Sugería que quien no lo hiciera no quería al Canadá. Y aunque perdió su empleo, el hombre no se retracta de sus palabras.
He ahí el drama de los líderes. Y el llamado a la conciencia desde las páginas del witness @cervantes.
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Muy interesante postura el fomentar el respeto, ya que es un mensaje que promueve una actitud en lugar de señalar simplemente lo negativo. Cuando se nos dice "hay que ser tolerantes" parece que nos obligaran a aceptar algo. Mientras que "hay que respetar", supone que debe haber un aprecio por la integridad del otro, y supone también la idea de no violentarlo.
Lo más irónico es que el tema de la tolerancia se ha impuesto usando intolerancia, me explico, ¿Era necesario despedir al famoso locutor por "sugerir" (es decir una sugerencia no es una obligación) que los inmigrantes debían usar la flor de amapola en el mes del veterano? Me parece un poco severa esta medida que muestra precisamente lo que quiere evitar: intolerancia.
Bueno, para mí el respeto se adquiere por la vía de la educación, como señalas, esa educación del hogar, la que nos enseña con amor, respeto, y el ejemplo a cómo tratar a los demás.
Gracias por compartir :-)
Estimada @inspiracion, despiden al locutor porque es un líder y debe cuidar sus palabras en público. Los Canadienses son famosos por su tolerancia y por ser una sociedad inclusiva; no pueden permitirse tener elementos en televisión que descalifiquen a los inmigrantes por no tener una costumbre que le es ajena. Un país que necesita de la inmigración no se puede dar ese lujo. Saludos.
Saludos @cervantes,
Un excelente artículo para reflexionar @fermionico. Pero, ¿qué es la intolerancia? y una vez dilucidada, ¿Es malo o bueno ser intolerante?
Como siempre no tengo las respuestas concretas, me parece que las mismas están en el campo de la ética; además quien soy para responderlas, en tal sentido, dejémoslas abiertas.
No obstante, comparto tu afirmación que el núcleo del problema subyace en la educación, en la transmisión de valores. Obviamente, la calidad de esos valores determinará la convivencia futura de la sociedad misma, o deberíamos ampliar el concepto, y hablar de la multiculturalidad de la sociedad humana, ya el término en sí, es bastante contradictorio.
En lo personal, estoy convencido de que el relativismo ético es una parte esencial, por no decirlo, la raíz del problema. Esto trasciende de lo filosófico a lo cotidiano. A cada momento decidimos lo que es bueno o malo para nosotros, afectando irremediablemente a los demás. De allí la razón e importancia de las normas de convivencias.
Hay muchas teorías sobre la sociedad y la naturaleza humana, algunas pretenden solucionar el problema, pero evidentemente no han tenido éxito. Creo que ahora estamos en el proceso de la conformación de tecno estructuras supranacionales que intentarán resolver el problema. Sin ser pesimista, pienso que cada día irán en perjuicio del individuo al buscar el bien común, en donde la intolerancia, es tan solo un aspecto más dentro de la agenda.
Siempre he considerado que somos unos simples primates que dominamos la técnica (tecnología) pero
que hemos perdido la razón o la ética (estudio de la moral, osea de los acuerdo entre humanos).
Me voy a leer tu historia de ficcion que se ve interesante.
SALUDOS
Mientras exista la línea muy delgada que separa lo filosófico de lo práctico, tendremos intolerancia para rato. Concuerdo contigo que la intolerancia es solo un aspecto de una agenda más amplia. Saludos.
Excelente! Cada vez me convenzo más que la intolerancia nos llevara al fin. La lucha de poderes, la intriga, la capacidad de destruir, más que construir sin aspectos que reflejan lo que estamos reflejando como sociedad... Y se siente incluso hasta en la virtualidad. Siempre reitero que a nivel evolutivo las especies no evolucionan de manera individual, sino como población... Pero nuestro ego.. Cambia todo lo que la naturaleza ha hecho entender.. Me encantó.. Felicitaciones
¡has dado en el clavo: ¡nuestro ego! Y como dominarlo es el desafío, de otro modo es muy difícil que desaparezca la intolerancia. Gracias por tus palabras. Saludos.
Que interesante y enriquecedor es fomentar el respeto.
Y que diferente sería todo si nuestros lideres estuvieran a la altura de este tipo de reflexiones.
¡Vaya! Gracias por ese comentario. Además de la introspección, sí, los líderes son responsables de promover figuras moderadas de convivencia. Saludos.
excelente!
Gracias.
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