No resuelves los problemas pensando o atrayendo negatividad, pensando los creas. La solución simplemente aparece cuando sales del pensamiento, cuando te desconectas de la emoción, accedes a la quietud y te encuentras absolutamente presente, aunque sea por un instante. Entonces, poco a poco, luego cuando el pensamiento vuelve, experimentas una comprensión, una nueva forma de asimilar y confrontar el problema que antes no estaba allí, o mejor dicho, que con calma no veías cerca.
Deshazte del exceso de pensamiento y observa como todo cambia, o mejor dicho se transforma. Tus relaciones cambian porque no exiges que la otra persona haga algo para potenciar tus sentidos del yo. No te comparas con otros, no intentas ser mejor que nadie, ni siquiera intentas de creerte mejor que los demás.
Permite que cada quien sea como es. No necesitas cambiar a nadie, no te hace falta que nadie se comporte de otra manera para que tú puedas ser feliz.
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