De la necesidad al éxito
Venecia se ha convertido para el turismo en un museo de sí misma. La extraña, majestuosa y fascinante urbanización de la laguna frente al Mar Adriático a través de los siglos no da cuenta al viajero de importancia histórica del suelo (o el agua según mareas y estaciones) que pisa.
La península de Italia concentra un buen porcentaje de las más valiosas creaciones culturales y artísticas de la humanidad. Venecia se distingue por su origen un tanto tardío comparado con otras ciudades herederas de la expansión del imperio romano por la península.
Los pueblos que habitaban la región del Véneto y que ya poseían una identidad cultural diferenciada sufrieron en el siglo V de nuestra era la entrada de las tribus germánicas.
El caos reinante en el final del imperio romano de occidente forzó a la población a concentrarse en las proximidades de la laguna y la construcción de una ciudad sobre ella. Con esta medida se aminoraba el peligro que suponían las hordas salvajes de hunos y godos que alternativamente saqueaban las poblaciones que encontraban a su paso hacia el próspero sur mediterráneo.
Una ciudad con vocación emprendedora y comercial
La necesidad de abastecer de materiales para vencer la naturaleza y la cercanía del mar dirigieron a Venecia en sus primeros pasos para convertirse en una próspera ciudad estado primero y en un pequeño imperio comercial después.
Los dominios de Venecia se extendieron a un tercio de la península de Italia, islas y costas de Dalmacia, parte de la Grecia continental y las islas de Chipre y Creta. Es decir, un territorio muy amplio comparable con la actual Inglaterra en superficie.
De Marco Polo a Aldo Manucio
Marco Polo (1254-1324) es un personaje muy conocido de la historia de Venecia. Los relatos de sus viajes por China han inspirado a cientos de viajeros en los siglos posteriores.
Aldo Manucio (1449-1515) fue otro veneciado de adopción que ha dejado una profunda huella en la historia. Mucho menos conocido que Marco Polo se dedicó a editar libros cuando la imprenta era un invento tan reciente como para nosotros lo es hoy internet.
Los editores pioneros como Aldo Manucio crearon desde cero la industria del libro. El buen diseño de los tipos móviles que exigían a imprenta de Gutenberg alcanzó una gran sofisticación. Con ideas revolucionarias para los lectores de su tiempo se consiguió que la lectura no solo fuera una actividad obligada para aprender o trabajar sino un auténtico placer.
El elevado precio del papel para aquel entonces no fue obstáculo para lanzar ediciones cada vez con más ejemplares. Desde las primeras que apenas constaban de 10 a ediciones de las obras del toscano Petrarca cercanas a los 100.000 ejemplares. Esta producción ayudo mucho en el estudio de las lenguas clásicas, latín y griego, sobre todo ayudo a fijar la lengua culta de las lenguas romances que como el italiano daban sus primeros pasos sobre un dialecto (el toscano) lejano a la ciudad de Venecia.
Aldo Manucio completó el primer borrador de los signos de diferenciación ortográfica y de puntuación que hoy nos parecen tan naturales. Puso las bases del mercado naciente editorial que iba a revolucionar la cultura europea con el Renacimiento. En definitiva cambió el mundo con solo tres armas de apariencia corriente y trivial: el papel, la tinta y el comercio.
Es seguro que la tecnología actual nos permitirá emular estos saltos adelante de la historia protagonizados por el empleo de los avances técnicos que nos sorprenden cada día . Venecia, en su lugar y tiempo, ha dejado un magnífico ejemplo.
Imágenes tomadas de pixabay y wikipedia
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