Una vez más las redes sociales, muy a disgusto de sus gobernantes, estremecen el ideario de la escena cubana.
Dianelis Alfonso Cartaya, conocida como “La Diosa” y ex cantante de la agrupación NG La Banda, decidió revelar los maltratos sicológicos, emocionales y físicos a los que durante años fue sometida por el músico José Luis Cortés, “El Tosco”, fundador y líder de la banda.
La revelación sucedió el pasado 14 de junio en el programa conducido por Alexander Otaola. Las reacciones han sido enormes e inesperadas para muchos.
Si esto hubiese ocurrido en un entorno neoyorquino o hollywoodense, la explosión mediática se habría internacionalizado a niveles imposibles de adivinar.
Pero el hecho se da en un contexto artístico y social cubano –aunque se haya iniciado desde un medio en Miami-, regulado por un gobierno que ha intentado controlarlo todo, hasta los detalles que sostienen y proyectan los estados de opinión. Aunque, como ya se está viendo, la era de Internet y el creciente uso de las redes sociales por los cubanos, sirvan de piedra de tropiezo para su ambicioso plan totalitario de regular el pensamiento.
Si bien la denuncia de La Diosa ha tenido una repercusión considerable en las redes, también es cierto que los medios oficialistas se han puesto de acuerdo, al menos hasta ahora, para no pronunciar una palabra sobre el tema.
Ni un solo periodista, hombre o mujer, víctima o no, se ha atrevido a comentar lo que ya es un suceso.
Y es que José Luis Cortés, El Tosco, es un artista y director de banda alineado con la oficialidad y por tanto protegido por esta.
Desde el patio, nadie arriesga su posición -o sus prebendas- para denunciar o hacerse eco de un tema tan normal en la sociedad cubana como la supremacía de género, o el chantaje emocional del poderoso que por haber abierto la puerta y allanado el camino a una carrera de éxito, ahora se cree con derecho a humillar, forzar, someter.
El mensaje oficialista para los que están de su lado es este: si me cumples, si me sirves de vocero y colaboras con la propaganda, si no me traicionas, hagas lo que hagas, suceda lo que suceda, puedo lograr para ti la impunidad.
Por otro lado, la violencia de género e intrafamiliar, nunca fue un tema agradable para Fidel Castro, autor de la ideología oficial, quien sin reparo alguno impuso su imagen de macho con tabaco en mano y uniforme de supremo rodeado de mujeres –ninfas para el rey-, las cuales ni una sola de ellas tuvo el dispensa –o el derecho- de ser considerada públicamente primera dama, esposa o compañera sentimental.
Él, el comandante, estaba por encima de todo y de todas: las usaba, las sometía. Esa fue la enseñanza que recibieron sus subordinados más allegados, quienes en su predio de poder, aprendieron a ser como el jefe: arrogantes, imponentes, patriarcas.
Hoy Dianelis intenta romper el círculo de la violencia y recibe el apoyo de más de 300 colegas y otras personas que se solidarizan con ella. Sin duda, otros y otras se irán sumando a su denuncia: bien como apoyo o para revelar nuevos abusos.
¿Es que estamos asistiendo al Me Too cubano? Si es así, malas noticias para el régimen.
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este fenómeno, es a nivel mundial. no estoy de acuerdo, los hombres no podemos
seguir, con este tipo de comportamientos, le hacemos daño a la sociedad, en el sentido, que muchas veces nuestros hijos, presencian tales actos y esto se vuelve un circulo repetitivo