Desde muy pequeña me apasiono la forma de creer y como la imaginación le entrego fuerza a una pequeña idea como las ganas infinitas de querer volar, recuerdo el papagayo que le mostré, toda una mañana sentada con un par de herramientas de mi abuelo y solo la idea volátil de saltar y fluir, ella sonreía; esa capacidad sublime de llenar mis esperanzas porque los credos de sus ojos, son un orgullo al paso de la danza. Veintisiete años más tarde, ya un par de canas y un libro creándose, quien diría que mi viaje de volar ha sido una aventura de torrentes que se encuentran y se pierden, como los besos de aquella mujer que me clavan en lo abismal de congelar el tiempo y milimetrizar cada espacio que nos separa del encuentro de nuestros ojos, aquellos cafés que suelo retratar, en lineas, espejos y universos.
Una mirada no define las pautas de un silencio, apertura lo que en palabras no se llega a explicar lo que siento aquí adentro,
El poder empedernido de definir, catalogar y clasificar, como si fuéramos mercadería de la esquina, acobijados en la espera y en el miedo, del tiempo y lo eterno. El instante, en que me jugué entre el debate de sentir tus mejillas al rozar con las mías y un torbellino de anclajes se prueban al momento en que cuantifico el acto, y allí, es cuando despierto, despierto en la epifanía de lo efímero, que tus labios son cascadas espumante en la elipses de un crepúsculo, guardo aquel recuerdo así como olvido lo que fue y lo que sera, no estoy para disparar lo que una vez ya estaba muerto, irónica es la causa cuando nadie tiene argumentos, me quede en una espera escuchando como las herramientas sacuden los firmamentos, como un amigo se fue y no lo consigo, que los ritmos son de los sonidos y el baile se formula en el proceso.
Tener miedos, tener sinónimo de responsabilidad.
Juego de palabras, sinergia de parabolas.
Miedo alguna vez fue perderte pero no elegí así,
fue la instancia de crear y soltar, dictare las prosas que seguirán dando pie, al acto de elegir y ver, la pequeña magia dual de dos meteoritos al crear el universo, el amor es transcendental y en otros ojos extrañare, porque no fue lo que vi, es lo hermoso de sentirme cuando te siento pegadita cuando te estoy leyendo. Viajes remotos, en el coral de la muralla, un par de claveles y la brisa de aquel cedro, bajo su sombra, me encuentro frotando nuestros tiempos, aquel que disparo solo para encontrarte, de nuevo.
si es el error es una verdad, mi verdad es sin limites de realidades, espacios y tiempo.
Aquí te guardo, en mis lineas y en el roció del reflejo. Lanzare dos deseos en la tina que sumerge los paralelos, vos sabes lo que dicto dentro de cada de uno de ellos, firme una sentencia desde la primera vez que te acercaste a saborear nuestras verdades.
Divina la causa, divinamente la sorpresa.