Decreto de guerra. Otra dalia cortada. FIN.

in #busy7 years ago


Guerra urbana, Venezuela, 1963: Carupanazo (Carúpano, Edo. Sucre)

El botadero de basura del barrio Agricultura de Petare amaneció el día miércoles lleno de policías y comisiones del CICPC. De una de ellas bajó Damián Salazar, que aceptó este caso en circunstancias que le sorprenderían luego.

Damián estaba especializado en crímenes mayores, sobre todo en bandas organizadas, tráfico, vicariato y conspiración. Él venía de resolver un caso impresionante en El Tigre, entonces sus superiores le avisaron que se había ganado unos días de descanso, cuando se iba, oyó lo de Mandingo y pidió que le asignaran en caso.

Revisando, encuentra lo del homicidio de Marcos cabezón y cuando obtiene el indicio del responsable de su muerte, entonces decide actuar antes que más gente muera y ese delincuente se saliera de control. Así logra convencer de posponer sus días de permiso y resolver este caso. Él decía que en Petare había una mujer que traficaba drogas y que tenía influencia y por eso no la habían agarrado ni liquidado. Ahora, aparece muerta, descuartizada y piensa que se trata de Mandingo, no sólo porque ella estaba en el negocio, sino por la naturaleza violenta del crimen.

Así, en la escena, comienza a analizar. Los detectives le dicen que el cuerpo fue descuartizado y metido en bolsas de basura. Aquello resultaba demasiado trabajo para un asesinato por drogas, parecía algo más personal, el cuidado en cortar, la molestia en envolver y lo apartado donde dejaron el cadáver. Allí Salazar pensé que pudiera tratarse de otra cosa. Pero, no podía concebir nada sin ni siquiera saber quién era esa mujer. Una vez que se recogió la evidencia y se hizo el procedimiento, el cadáver fue levantado, lo llevaron a la morgue.

Lo primero que hicieron fue tomar huellas dactilares. Con la colaboración de los Forenses y personal de la ONIDEX que fue llamado al caso, son digitalizadas en la morgue las huellas del cadáver, luego se utilizó el sistema AFIS Civil donde a través de una base de datos, reposan los datos de identificación del noventa por ciento de los venezolanos. Gracias a que Bernardette había sacado su cédula de extranjera, pudo ser localizada en el sistema. Salazar entonces pidió verificar si se encontraba en el Registro Nacional Electoral y resultó que sí. Allí pudo ver su dirección y a eso de las cinco de la tarde fue hacia allá. También pidió investigar si ella tenía antecedentes penales. El resultado también fue positivo, apareció registrada por venta de drogas y prostitución. Cuando llegó al edificio donde vivía Bernardette, lo esperaba una comisión división de homicidios.
— ya hemos sido informado. Te apuesto una caja de cerveza a que este caso es pasional. —Dice el inspector Montoya, experto en homicidios, sobre todo en los pasionales.
Mientras suben por el ascensor, dice:
— siempre que aparece muerta una mujer, hay fuertes posibilidades de que sea por motivos pasionales. Claro, eso cuando no hay indicios que contradigan. Pero en este caso, te digo, es pasional. —Salazar comenzó a creer en esta posibilidad; pero seguía sospechando que Mandingo estaba involucrado de alguna manera.

Llegaron al apartamento y tocaron la puerta. No salió nadie. Llamaron a los vecinos. El que contestó les dijo que allí vivía Bernardette, conocida como “la trinitaria”; pero que no la habían visto. Así como tampoco a su concubino, Juan Rabito. Los investigadores deciden ir por él.
— está clarito como el agua, amigo Salazar. No sabíamos del concubino. Hay que averiguar sobre ese tipo, pero que no esté en casa… ella aparece muerta… —Salazar es un poco más escéptico:
— vamos a ver quién es este man. Pueden ser cualquiera de las dos cosas. Te recomiendo que no te gastes la plata, capaz y me terminas brindando esa caja —y mientras se montan en el ascensor, todos ríen.

Al solicitar los datos del sujeto, les informan que se sospecha que sea traficante de drogas. Les dan un dato que es el concubino y mano derecha de “la trinitaria” quien sí vende drogas. Entonces comienzan a averiguar sobre la operación. Descubren el bar y el burdel. Descubren que Marcos cabezón era el traficante de la zona y probablemente le vendía a ellos. Montoya cree entonces que quizá el caso pudiera tener el móvil que Salazar sostiene. Un detective ve lo obvio y dice si no es posible que sean las dos cosas. Los inspectores se ven las caras y se ríen.
— pues si es así, pagamos la caja entre los dos —dice Montoya, alegremente.

Entran a Agricultura, que se haya cercada en su entrada por un tanque y una base de operaciones del ejército. Hay soldados por todas partes. Van al sitio donde supuestamente opera la trinitaria y se dan cuenta de que es un pésimo lugar para un procedimiento policial.

Llaman a los refuerzos y llega un camión de la GNB y entonces entran. Los soldados toman las calles y el cruce y los inspectores entran al negocio, donde Juan Rabito está despachando. Los militares saben que allí hay delincuentes, pero de una vez, Damián tranquiliza todo:
— rutina, compañeros. Si no la deben, no la temen. Hay un narco matando gente por ahí y ese es el que me interesa. —Dice Salazar, al tiempo que la gente se queda tranquila. Las prostitutas, que también ejercen de mesoneras, continúan su labor.
Salazar y Montoya se instalan en la barra y capturan la atención de Juan, a quien le piden dos cervezas. Cuando se las sirven, sacan una foto de Bernardette y se la enseñan a Juan.
— mira, esta mujer ha sido reportada desaparecida. ¿Tú la conoces? —dice Montoya, en un juego para engañar a quien él suponía sospechoso. Salazar se dio cuenta de que el sujeto se había puesto nervioso y le da un toque con su pie al de Montoya, quien pilla y decide apretar:
— a ti te vieron con ella, vivías con ella; debes saber a dónde iba, si es que desapareció en realidad. —Dice.
Juan Rabito entonces reacciona y dice:
— el lunes me dijo que se iba a de viaje. Tenía un asunto familiar pendiente. Se fue el martes en la tarde. No… sabía que la habían reportado desaparecida. —Montoya va más allá:
— ¿podemos ir a su casa y revisar? Quizá fue a otra parte en vez a donde iba. ¿No la había amenazado? ¿Ella estaba nerviosa? ¿Podemos ver su casa para verificar si ella dejó algún indicio? —Entonces Juan se desmoronó, golpeó la barra y se puso a llorar. Confesó todo. Los que estaban allí lo veían con rencor y de inmediato se ordenó el desalojo. Las prostitutas fueron las primeras en marcharse.

Juan Rabito dijo que ella estaba nerviosa por lo de Mandingo y ella le dijo que iba a irse, que le vendía el local, y que ella se llevaba su parte. Entonces, les dijo su historia personal donde fue traicionado y no se dejó abandonar esta vez.
— pero la culpa puede más que cualquier cosa… les juro que mañana me entregaba —Detenido Juan, van al apartamento, donde los forenses hacen pruebas de luminol en todas partes. Encuentran las evidencias de sangre en la sala y en la poceta del baño.

Ha terminado todo y Montoya lo invita a su casa en el Cafetal. En el camino, compran la caja de cerveza y se instalan en su apartamento, donde conoce a su esposa y sus tres hijas púberes. Hablan sobre lo difícil que son las mujeres a esa edad, pero luego recapacitan y admiten que a cualquier edad las mujeres son complicadas.

— mira, nunca vi algo así. La descuartizó completica, por puro celo y miedo. Es… horrible —Damián se acordó de su novela favorita, La Dalia negra y le dice a Montoya: — en los años 40 allá en USA mataron a una mujer de la misma forma. Con una historia similar a la de la trinitaria: pobre, se fue de su casa a buscar mejor horizonte y terminó de prostituta y luego se recuperó para terminar muerta y descuartizada. Ese caso se conoció como la Dalia negra. El tipo la mató por motivos pasionales. Para castigarla, por amarla… ¿quién sabe? Aquí pasó lo mismo. Ésta es la dalia de Petare. —siguieron hablando y una improvisada cena (por la escasez de alimentos) apareció. Todos estaban felices, sin embargo. Para Salazar, ver aquella familia compartiendo tanto amor y respeto y solidaridad le hizo olvidarse de todo el horror que tenía que ver a diario.

Su trabajo como asesor lo daba por terminado. Ya la situación de Venezuela no daba lugar a otra cosa sino a la catástrofe, a la destrucción. En un momento en que se asomó por la ventana, veía las luces de la ciudad y sobre todo, escuchaba los disparos, desde todas partes y en todas partes, sirenas cuyo sonido cruzaban toda la noche, sonidos de vehículos y voces que no marcaban otra cosa aparte de actuales y futuros combates. Entonces, tuvo una epifanía, mientras lo llamaban a sentarse en la mesa y jugar una partida de dominó, antes de irse porque ya Clarissa lo necesitaba a su lado. Dijo en voz alta, lo escucharon y dijeron “tu con tus loqueras filosóficas” pero él lo tuvo claro:

¡Wow! ¡Y así es como este país se ha ido a la mierda!

FIN

Maracay, 26 de agosto de 2016.

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Buen relato! Me gusto mucho. Saludos