Si todavía en el mundo quedó un pedazito del amor, me gustaría jamás encontrarlo. Ojalá el pedazo ese se queda comido por algún animal hambriento de la jungla o se hunda en el océano. Ojalá, les pido a todos los Dioses del mundo que me quedé ciega y sorda enfrente del amor. Que el destino me dé la carta de la vida fría para jamás tener que vivirlo de vuelta. Que sea maldita la vida y el momento que nuestros almas se encontraron. Que sea maldito el día cuando me dejé mi corazón a pasear con el tuyo y lo robaste con un abrazo caluroso mientras estaban parados sobre el puente. Que sea la vida más dura para poder quitar todo lo que se quedó acumulándose y que cada noche se haga más larga para poder hundir la almohada en los dolores salados. Y más, que sean las noches más oscuras que nunca y salgan fantasmas del otro mundo para invitarme a venir con ellos y sufrir juntos. Que la vida sea solo negra y que cada palabra se ponga en el pecho como la piedra que encierra el alma en la angustia. Para que nunca me toca amar más sino sufrir hasta el último suspiro.
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