Era jueves 07 de marzo de 2019, alrededor de las 5:00 pm estaba en mi habitual clase de ballet cuando nos percatamos de la ausencia de electricidad. Sin más aspaviento que la extrañeza de su ausencia en ese sector, terminamos la clase y cada quien partió a su casa.
Llegué al apartamento y tampoco había. No le di importancia, ya que en esta zona ocurre con frecuencia la falla del suministro eléctrico y una semana anterior hubo un episodio largo de casi 24 horas.
Amaneció viernes (Día Internacional de la Mujer) y seguíamos son electricidad, me dispuse a salir a mi clase de Derechos Humanos de los viernes y supe entonces las incidencias del "apagón" el cual era de carácter nacional, cuyo pronóstico de restitución variaba de entre tres días a una semana.
Con una tranquilidad que hoy reconozco, valoro y agradezco, más allá de la ansiedad primera al momento de saber las "nuevas y nada buenas noticias", pensé que debía continuar con lo planificado: al menos en lo que estuviera a mi alcance (se trata de un proyecto que acompaño los fines de semana).
Así fue que una decisión personal me llevó a otra y se unió con decisiones de terceros quienes apostaron por cumplir con los compromisos adquiridos para el fin de semana... y todo fluyó en perfecto orden, pese a que no había manera de comunicarnos. Considero que confiamos en el otro y teníamos la certeza de que habría encuentro.
Las sesiones de trabajo fueron productivas, sin obviar la situación compleja y desinformada que estábamos todos experimentando. Prevaleció la esperanza, la voluntad de seguir construyendo lo que queremos y el aprovechar las oportunidades para crecer, para hacer y para fortalecernos.
Para mí, no hubo oscuridad... hubo un bonito y acogedor aprendizaje que nos llevó a conectarnos con otros, nos llevó a sacar una nueva cara impregnada de solidaridad, reencuentro con el que tenemos en frente y que poco miramos, también encuentro con nosotros mismos al permitirnos hacer cosas que la dinámica diaria nos hace relegar y que son tan importantes como la electricidad misma.
Respetando y valorando el sentir de quien pueda leer este relato, lo bueno prevalecerá frente a lo "no tan bueno". Lo cual no significa que nos acostumbremos ni nos resignemos a ser pisoteados en nuestra dignidad, significa que indaguemos en los aprendizajes y profundicemos en esa energía excelsa que nos lleva a ser mejores personas aun cuando no comprendamos el método elegido para lograrlo.
Gracias por leerme...
Nathalie Mariel
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