A escasos minutos de haber llegado de mi primer día de trabajo los fines de semana (en algo que jamás había hecho), quiero resaltar la voluntad de las personas que se 'parten el lomo' trabajando sin descanso. No lo digo por mí, sino por aquellos que tienen toda la vida haciéndolo y siguen esforzándose a diario, con vocación, con dedicación, con amor por lo que hacen... o por lo necesidad.
La realidad del emigrante es interesante en muchos aspectos. Hoy me puse a pensar que todos los que salen de su tierra tienen una capacidad hasta cierto punto camaleónica. Pueden cambiar de faceta tan drásticamente y hacer labores tan variadas, que no es posible encasillarlos.
Como les comenté ayer, yo soy niñera. Hoy estuve al mando de una central telefónica en una empresa de turismo (dirán ustedes: ¡increíííblleeee! Pero es cualquier cosa). Fue tan raro que cuando le comenté a mi familia que estaba en la oficina, una tía preguntó: "¿Pero tú no cuidas niños?" y otra, sutilmente, le respondió: "Sí, ella los archiva". Me dio risa, pero tuve que aclarar que son dos trabajos, uno de lunes a viernes y otro sábados y domingos.
A media tarde conversaba con un amigo que está en un país vecino al que ahora llamo mío. Está en Argentina. Me dio la gran noticia de que hoy es su último día de trabajo en una 'panchería' en la que está laborando desde hace un tiempo (prepara panes y hamburguesas y esas cositas deliciosas). "Fui a una entrevista de trabajo en una empresa que lava autos a otras organizaciones —me contó—, y tendré todos los beneficios legales, trabajaré en un horario cómodo y además libraré los fines de semana". Su emoción y buena suerte me contagiaron de ánimo. Pero también me permitieron darme cuenta de esa capacidad camaleónica de la que les hablé. Ambos, él y yo, somos periodistas. Los dos trabajamos en uno de los periódicos más reconocidos en nuestra ciudad natal... y aquí andamos.
Para profundizar un poco este tema, mejor dejamos que lo hagan los expertos: otros periodistas que no cuiden niños, atiendan una central, preparen hamburguesas o laven autos. Tal vez un día nosotros podamos volver a esas andanzas, pero mientras tanto, aquí dejo ese tema de discusión abierto: ¿qué cualidad es la que le permite a un ser humano adaptarse a las circunstancias, sean cuales sean? Creo que es justo eso: ser humanos. Pero me gusta dejar que hablen otros.
La vida de un inmigrante puede ser tan cómoda como azarosa. Depende muchísimo de las decisiones que el inmigrante haga en cuanto a su situación. ¡Un saludo, @srivero!
Así es. Por ahora, ¡Dios, a mí me encanta! Mi experiencia ha sido bastante agradable, afortunadamente. No todos pueden decir lo mismo, por eso agradezco las cosas buenas que me pasan. Y aunque de vez en cuando uno entra en una etapa decaída, siempre es necesario encontrar un sostén, una fortaleza, algo que nos mantenga vivos, alertas y optimistas. ¡Saludos también, @vickaboleyn!