¿Alguna vez han visto esas escenas en las películas en las que recrean un sueño, un recuerdo o algo similar? Todo se ve difuminado, sin contornos... las cosas parecen fundirse con un fondo inexistente y crean la sensación de estar flotando en el abismo. Pues eso viví hoy. Envuelta en un ambiente de ensueño, casi olvido incluso escribir mi reporte de hoy.
Todo esto ocurrió cuando me fui a duchar. Sí, ese fue el romántico escenario de mi ensoñación. Las blancas paredes de la sala, el mismo color en la puerta, los accesorios también blancos o de colores pasteles, todo parecía envuelto en nubes.
Tras una breve conversación con mi compañera de habitación, acordamos quitar las —asquerosas— cortinas de la ducha. El espacio quedó totalmente sin divisiones, pero como tampoco es un baño gigante, no había ningún problema. Además, un pequeño desnivel en el área de la ducha impide que el agua corra por tooodo el suelo.
El caso es que llegué del trabajo y preparé todo para bañarme cuando la chica me dio la noticia de que por fin había quitado la cortina. Grité como loca dándole las gracias y, feliz, entré al baño. Mientras acomodaba la ropa que me pondría después y me desvestía, abrí la regadera para poder regular la salida del agua caliente. De frente a la pared y dando la espalda al resto del baño, comencé a ducharme. Cuando me dispuse a lavarme el cabello, justo agarrando el champú para aplicármelo, me di la vuelta. Sentí que me había quedado dormida y estaba soñando. O que por lo menos había entrado en una especie de mundo paralelo. A mi alrededor sólo se veía el vaho que expedía toda la superficie del baño, fría, al hacer contacto con el agua caliente... o el vapor del agua o la humedad o qué sé yo, que eso nos lo explique un experto.
Durante esos minutos tuve tiempo para pensar en aquellas escenas de las que hablé al principio. ¿Estaba en un proceso de retrospección o en medio de un sueño en mi vida? Sólo pude identificar una sensación clara: serenidad. Decidí interpretar el momento como un "break" en el día para estar tranquila, para relajarme después de un día tan agotador, para disfrutar en compañía de mí misma de los pequeños placeres que nos podemos dar en el momento menos esperados.
Justo antes de irme a dormir, cuando escribo mi pequeña reseña de hoy, pienso en una sola cosa: ¡Mañana también voy a ver ese espectáculo y seré feliz por otro pequeño instante!