A veces me gusta mucho mi trabajo actual (temporal, evidentemente), sí. Pero a veces siento que estoy haciendo pasantías para ser mamá y me dan ganas de abandonar la carrera. Soy niñera de lunes a viernes. Hoy me confundí con la hora de salida de uno de los chicos y me tuvo que esperar media hora más. Esto cada vez es más complicado.
Sin embargo, como decidí sacar algún aprendizaje de cada experiencia, esta también tiene el suyo: admiro a las mamás. Ellas son niñeras a tiempo completo y es un trabajo fijo, nada de renunciar cuando se agotan. ¿Valoramos acaso nosotros a nuestras madres?
Desde pequeña tuve una relación un tanto complicada con mi mamá. Según mi padre, es que nos parecemos muchísimo y con nosotras aplica esa famosa ley de física sobre la atracción de los opuestos y la repulsión de los semejantes. ¿Será que es así? A ciencia cierta, no lo sé. Ni siquiera logro ver con claridad los aspectos de nuestras personalidades que nos hacen iguales y creo que ella tampoco lo ve. El caso es que sí, nos llevábamos algo... difícil. Sentarse a hablar era iniciar lentamente una guerra; los motivos siempre fueron tontos (vistos en retrospectiva), pero así era y lo fue hasta el último día que nos vimos en persona. Poco antes de despedirme de ella en el aeropuerto hubo un hecho que me disgustó mucho. Desapareció de la sala de espera internacional. ¡Se perdió justo cuando llamaron a los pasajeros de mi vuelo a abordar! Señor, qué rabieta la mía. Hasta le dije a mi papá que si aquella mujer no aparecía en menos de cinco minutos me iría sin despedirme de ella.
Hoy me pongo a pensar: ¿qué habría sido de nosotras si la relación hubiese sido distinta desde sus inicios? No lo sé y no lo sabré nunca, porque no fue así. Pero de lo que estoy segura es de que las cosas tienen la facultad de cambiar; el tiempo, las experiencias, las vivencias ajenas, todo, absolutamente todo puede influir en nuestra decisión para cambiar alguna actitud o algún aspecto de nuestras vidas.
Hoy, aunque literalmente no lo soy, me toca cumplir por unas horas el rol de mamá temporal. Y vaya que es difícil esa tarea. Así que no nos queda de otra, mis hijitos lindos. Valoremos a las mamás, que un día las tenemos haciéndonos la comida que no nos gusta y gritándonos para acomodar la habitación (o quizá reclamando por todo lo que ha hecho desde que se levantó y que nosotros pasamos todo el día 'echados' viendo el celular), y otro día nos toca verlas por videollamada... por pensar en el escenario más optimista.
Por cierto... mi mamá apareció. Después de que le grité a mi papá, a mis hermanas (pa' que la fueran a buscar) y a mi tío, ella llegó. Tenía en sus manos unos dulces y unas galletas típicos de mi país para que yo me trajera y me comiera en el viaje.
Ma', te amo.