Hoy me topé por esta frase de Ernesto Sabato: "No hay ningún hombre absolutamente libre. Es esclavo de la riqueza, o de la fortuna, o de las leyes, o bien el pueblo le impide obrar con arreglo a su exclusiva voluntad". Me hizo pensar en esa palabra rara, libertad, que todos buscamos sin saber que no existe.
De pequeños soñamos con ser mayores, con no tener que rendir cuentas a los padres o abuelos; de adolescentes no queremos ni siquiera vivir con ellos; ya de adultos anhelamos que nuestro jefe se olvide de nosotros y no nos pregunte por nada, queremos trabajar para nosotros mismos... ¿Qué viene después de eso? Aún no lo sé, imagino que la falta de experiencia me impide saberlo, pero seguramente seguiremos teniendo alguna atadura que nos impide sentir esa autosuficiencia, esa "libertad" que deseamos.
A veces, eso que nos ata no es ni siquiera una persona. Puede ser una circunstancia (una enfermedad, la situación económica, el contexto cultural/social/político, entre otras), algo externo que lo vemos como un obstáculo. Pero estos grilletes que nos mantienen anclados y nos hacen sentir prisioneros son los menos pesados. Dentro de nosotros mismos también podemos hallar ese peso acumulado que no nos permite ser libres de actuar o pensar como queremos.
Llamémosle moral, costumbres, principios, como sea. Pero algo existe dentro de nosotros mismos que nos aísla, que nos reclama cada vez que queremos decir o hacer algo. Tristemente, estos pensamientos crean actitudes nocivas para nuestra salud —mental y física— y generan ese caos del que nos quejamos. Desdén por la vida, desánimo, decepción y, sobre todo, baja autoestima son las consecuencias más comunes. ¿Cuándo aprenderemos que esas ataduras las podemos soltar nosotros mismos? ¿Que sólo nosotros podemos definir hasta dónde se meten en nuestra mente las circunstancias y, desde dentro, nos encierran, nos quitan nuestra libertad de ser, de actuar y de pensar?