Además de este curioso detalle, en torno a la fundación de esta ciudad el 1° de noviembre o el 7 de diciembre de 1545 (hay versiones encontradas entre los historiadores acerca de cuál de las dos fechas es la correcta), gira una trama de intrigas y pugnas de poder entre unos expedicionarios de la casa Welser o los Belzares, banqueros alemanes (los primeros europeos en explorar el occidente de la Provincia) y el fundador de El Tocuyo, Juan de Carvajal, un ambicioso funcionario del reino español. El saldo de este enfrentamiento fue la decapitación de cuatro agentes de la Welser y la horca de Carvajal en la misma ciudad que fundó.
Luego de la llegada de Cristóbal Colón en 1492, y de la repartición de las tierras americanas entre España y Portugal, un acuerdo conocido como el Tratado de Tordesillas (1494), cada reinado debió extender expediciones en sus recién “adquiridos” dominios. El reino español hizo lo suyo en lo que hoy conocemos como Hispanoamérica y varias de las islas del Caribe, y los portugueses ocuparon lo que actualmente es Brasil. Por eso, producto de la colonización, hablamos español y portugués en la mayor parte del continente, y por una raíz cultural común, la religión católica es la de mayor presencia en la región.
Ahora bien, dada la vastedad de su territorio, los españoles no estaban en capacidad de conquistarlo y colonizarlo en sentido pleno. Por eso, y para saldar una deuda contraída por la Corona española, en 1528, los Welsers y el Rey Carlos V firmaron una “capitulación”, un contrato que establecía la exploración del territorio, la pacificación de los indígenas y el poblamiento de parte de los espacios de los que el reino de Castilla se había apropiado. Cabe la pregunta de por qué no hicieron esta tarea los propios españoles y dejaron tan importante empresa a los alemanes. El historiador venezolano Reinaldo Rojas dice que esto se debió a:
Deudas contraídas por Carlos V con los banqueros alemanes (Welsers ) para alcanzar su proclamación como emperador de la mitad de Europa, incluyendo a España y sus colonias. (Reinaldo Rojas, 2002, p. 37)
En 1529, llegaron los alemanes y con ellos en tierra firme quedó instaurada la Provincia de Venezuela. Fueron los primeros en traer caballos y yeguas a estas tierras. La “capitulación” comprendía la licencia para “Descubrir, conquistar y poblar” el territorio entre el Cabo de la Vela (actual zona goajira, en los límites con Colombia) hasta Maracapana (en el estado Anzoátegui actual). Los beneficios para los Welsers o Belzares, se establecieron en estos términos:
...que todas la tierras que así descubrieredes y pobladeres a vuestra costa, según y de la forma y manera a que de suso se contiene, ayais y lleveis quatro por ciento de todo lo provecho que en cualquier manera se nos siguiere para vosotros y para vuestros herederos y sucesores para siempre jamás... (Documento citado en Reinaldo Rojas, 2002, p. 38)
Para tal fin, los Welsers organizaron una armada de cuatro navíos y 250 hombres entre los que se hallaban 50 mineros alemanes.
...maestros mineros a vuestra costa, para que con su industria y saber se hallen las minas y veneros de oro y plata y otros metales que oviere... (Documento citado en Reinaldo Rojas, 2002, p. 37 y 38)
Los Welsers llegaron con esa autorización del Rey Carlos V al occidente de la actual Venezuela con miras explorar el territorio en busca de oro y riquezas naturales con las que la Corona saldaría su deuda. Estuvieron entre 1529 y 1545, año de la tragedia en El Tocuyo que ya describiremos. De esta casa financiera radicada en Augsburgo fueron los conquistadores Ambrosio Alfinger, fundador de Maracaibo, Nicolás Federman y Jorge Spira. Todos estuvieron al frente de expediciones en las que había españoles como lugartenientes, lo que generó roces debido a que los peninsulares se sentían desplazados por los alemanes en un territorio que al ser de su Rey, y como súbditos de él, tenían derechos a ejercer el poder directamente. Ese resentimiento embargó a Juan de Carvajal, quien había sido designado Gobernador y Capitán General por la Real Audiencia de Santo Domingo. Los alemanes, por su parte, también entregaban cargos de alta jerarquía, lo que avivó las tensiones entre ellos y los peninsulares.
Carlos V (1516-1556), quien suscribió las referidas “capitualciones”, tenía una doble función: era emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (gracias al apoyo financiero de los banqueros alemanes), y era también Carlos I, Rey de Castilla, Navarra, Aragón y las Indias americanas. Esto se debe a su parentesco en línea directa entre la realeza germánica (por vía paterna) y los reyes españoles. Su madre fue Juana I, conocida como “Juana la loca” y su padre, Felipe, “El hermoso”, que como su apodo indica y según la historiografía, era muy apuesto. Carlos es nieto de Fernando e Isabel, “los reyes católicos” para el momento en que Colón llegaba a América y bajo cuyo gobierno se logró la expulsión de los árabes (moros), que tuvieron bajo su dominio a España durante ocho siglos.
Carlos nació en Gante (Bélgica) y es nieto de Maximiliano I de Austria. Debido a la repentina muerte de su padre, y a la enfermedad mental de la madre, fue designado Rey en 1516 siendo un muchacho de 16 años de edad, y al morir el abuelo Maximiliano, también asume el mando del Sacro Imperio Romano, que además de los llamados Países Bajos también comprendía Sicilia y Boloña. Este nombramiento implicó una serie de negociaciones con las autoridades de esas regiones, un juego de intereses que supieron manejar bien el joven Carlos y sus aliados.
Juan de Carvajal, natural de Villafranca, León, llegó a la Provincia de Venezuela en 1530 como “escribano” en Maracaibo cuando el Gobernador de Provincia era Ambrosio Alfinger (agente de los Welsers ). En un tiempo estuvo en Coro, como escribano público y del cabildo y antes, en el mismo cargo en la Real Audiencia de Santo Domingo, en el territorio de la actual República Dominicana. En esas funciones tuvo acceso a mucha información, allí leía la correspondencia que salía para el Rey y se dio cuenta de las tensiones entre la casa Welser y la monarquía española, ya que las capitulaciones no se estaban llevando a cabo en los términos que esperaba Carlos V. (Nieves Avellán de Tamayo, 1997)
En diciembre de 1544, Juan de Carvajal es designado por la Real Audiencia de Santo Domingo, Gobernador y Capitán General de la Provincia de Venezuela, en calidad de provisional hasta que llegara de Castilla el Licenciado Juan de Frías. Una vez en la Provincia de Venezuela Frías, Carvajal iría en condición de Capitán General a conquistar territorio adentro. Pero, el ansioso Carvajal no esperó al jefe, partió con un grupo de hombres antes de que llegara Frías.
Mientras los alemanes se esmeraban en la búsqueda de oro, Carvajal se propuso colonizar el territorio, que era lo esperado por el reino. Es el primer europeo en valorar las potencialidades de la tierra para colonizar espacios urbanos estables que permitieran la riqueza sobre la base del trabajo.
En 1545, Carvajal, acompañado de su amigo Juan de Villegas (fundador de Barquisimeto y Borburata), “soldados” españoles, suizos, italianos, alemanes (no Welsers ) y un portugués, funda Nuestra Señora de la Pura y Limpia Concepción de El Tocuyo. En total, fueron 120 personas las que llegaron para quedarse, entre ellos mujeres, niños e indígenas esclavizados. (Avellán de Tamayo, 1997). Llevaban también caballos, ovejas, cabras, vacas, asnos y puercos. El recorrido entre Coro y la nueva ciudad le tomó siete meses luego de negociar con indígenas rebeldes y una fuerte lluvia que los retuvo durante días enteros. Mientras, los alemanes andaban tras la pista de El Dorado, un mito según el cual había una ciudad de oro perdida en el inmenso territorio del reino. Tras la búsqueda de El Dorado fueron muchos conquistadores que perdieron la vida sin hallar la fortuna en los términos que esperaban.
Cuando tenían unos tres meses asentados en El Tocuyo, Carvajal y sus compañeros tuvieron noticias de que se aproximaba Felipe de Hutten, un alto funcionario de la casa Welser (con el cargo de Capitán General) y otros agentes de la Welser con intención de regresar del oriente a Coro y además, con el convencimiento de ser autoridades de la Provincia, lo que puso en alerta a Carvajal, que no estaba dispuesto a que se le cuestionara su poder. La verdad es que ni unos ni otros lo tenían tan seguro. Allí empezó la tragedia.
El alemán Felipe de Hutten llegó a las costas de Coro cuando tenía 29 años de edad, en 1535. Lo hizo como parte de la tripulación del Gobernador Jorge Spira (cargo designado por la compañía Welser ). En carta enviada a su padre a Alemania, de Hutten afirma que en una expedición en la zona controlada por los indios rebeldes “choques”, (entre 1535 y 1538) se encontró con:
... un horror todas las sabandijas como son serpientes, sapos, lagartijas, víboras, “lacerdas”, gusanos, hierbas y raíces, y además comida siempre de la misma especie y sin ningún valor que comieron los pobres cristianos en esta expedición. Algunos, contrariando la naturaleza, han comido carne humana: así se encontró un cristiano que coció la cuarta parte de un niño junto con algunas verduras...Yo mismo, con otros cristianos, compré un perro por 100 pesos, muchas pieles de venado, como las que los indios llevan en vez de escudos, en algunos lugares, se metieron en agua, se cocinaron y se comieron. (Documento citado en Nieves Avellán de Tamayo, 1997, p. 212)
De Hutten era de armas tomar, según parece. Cuando muere el Gobernador Spira, creía de Hutten que le darían la investidura de aquel, pero no fue así. Le asignaron el cargo de Capitán General. En agosto de 1541, con tal alto compromiso, partió tierra adentro el nuevo Capitán General en busca de riquezas. Ya hemos dicho cuánto cautivó a los europeos el mito del Dorado, la avaricia dejó un saldo de penas y tragedias para estos hombres. Entre sus acompañantes, 150 hombres, se encontraba Bartolomé Welser, hijo de uno de los propietarios del banco alemán. Durante cuatro años, dado que estaban muy alejados de Coro, estuvieron incomunicados con los centros del poder.
Pasó Felipe de Hutten por la comarca de Barquisimeto antes de que fuera fundada como ciudad y de allí tomó rumbo a Maracapana, en el oriente, pero en ese trayecto, dadas las penurias que pasaron los hombres debido a los ataques de los indios y a las condiciones del territorio, Bartolomé Welser y un grupo de expedicionarios exigieron al Capitán de Hutten regresar por el mismo camino a Coro. Cuando están de vuelta en Barquisimeto, Carvajal los hace presentarse ante él en su condición de Gobernador y Capitán General, apresa a un grupo y ordena a Juan de Villegas que busque a de Hutten.
Villegas y sus huestes cumplieron su mandato, persuadieron a de Hutten de que nada le pasaría, de que fuera a El Tocuyo, donde sería bien recibido. Felipe de Hutten tenía otra idea en mente, aspiraba a que Carvajal se sometiera a sus órdenes y de eso supo el español. Una vez en suelo tocuyano, el “Sábado Santo de 1546”, entre Carvajal y de Hutten se presentó una disputa tras mostrarse cada uno sus credenciales como autoridades. Según el alemán, las suyas como Capitán General eran las verdaderas, a lo que replicó Carvajal diciendo que los documentos suyos, firmados por la Real Audiencia de Santo Domingo, eran los que daban fe de su mando y de ser legítimo representante del Rey. Como de Hutten esperaba que su enemigo se sometiera a sus órdenes y como Carvajal no estaba dispuesto a tal cosa, hubo un forcejeo entre ambos, pero fueron separados, retrocedió Carvajal en sus intenciones de hacerlo preso allí mismo. En poco tiempo vendría la desdicha.
Cuando los alemanes estaban dispuestos a salir de El Tocuyo con rumbo a Coro, hubo intentos de que se llegara a un acuerdo de paz, incluso firmaron una tregua en la que se acordó que se respetaría el rango de Carvajal y se dejaría ir a de Hutten y a los suyos. Pero la inquina seguía intacta, el odio hizo que Carvajal decidiera cobrar la osadía del alemán y organizó una expedición con él mismo a la cabeza para aprehender a de Hutten y a su gente cuando hubieran avanzado en el camino de vuelta a la costa. En las afueras de Quibore (actual Quíbor), al norte de la sierra de Baragua, mientras se disponían a descansar en sus hamacas “desnudos” y agotados, fueron arrestados Felipe de Hutten, Bartolomé Welser, Diego Romero y Gregorio de Plasencia (estos últimos españoles).
Los hombres de Carvajal empezaron a increparle a éste que se hiciera justicia, esto es, que se asesinara a los traidores que desconocían su autoridad, lo que significaba la autoridad del mismo Rey. El Gobernador Carvajal estaba muy airado por la ofensa y se dejó llevar por las pasiones, suyas y de sus subalternos, según los “juicios de residencia”, él ordenó a
...un negro suyo cortar la cabeza a Diego Romero, por el cogote, por traidor, que yo lo mando como Gobernador y Capitán General. (Documento citado en Nieves Avellán de Tamayo, 1997, p. 236)
El objeto con que les fue cortada la cabeza a los hombres, similar a un machete, no estaba suficientemente afilado. En el mismo documento leemos a propósito del trabajo que le tomó al verdugo llegar a su cometido, dadas las condiciones en que se encontraba el mellado instrumento, que:
...tan voto de haber servido en otras cosas, que más a golpes que cortando, con cruel tormento y agonía de los pobres pacientes, sobre la misma tierra, sin poner nada debajo, les fue cortando a todos las cabezas. (Documento citado en Inés Quintero, 1993:51)
Trajo sus consecuencias esta acción. Los licenciados Juan de Frías y Juan Pérez de Tolosa, designados por la Real Audiencia abrieron un proceso en contra de Carvajal y le sentenciaron a muerte. Ordenó Pérez de Tolosa que fuera
... sacado de la cárcel donde está, atado a la cola de un caballo y por la plaza de este Asiento sea llevado arrastrado hasta la picota y horca y allí sea colgado del pescuezo con una soga de esparto, o de cáñamo de manera que muera de muerte natural (Ermila Troconis de Vercaoechea, 1997, p. 716)
Así se hizo, en la misma “picota” que él mandó a colocar para que se hiciera justicia, se hizo la justicia con Juan de Carvajal, quien fue ahorcado el 17 de septiembre de 1546. Dijo esto en su declaración el culpable:
...el solo tenía la culpa de sus muertes y en ello ofendió gravemente a Dios Nuestro Señor y esta muerte la recibe con paciencia, en recompensa del yerro y de otros graves yerros que ha hecho y cometido contra la Divina Majestad de Dios Nuestro Señor, como muy pecador y mal cristiano... (Documento citado en Nieves Avellán de Tamayo, 1997, págs. 290 y 291)
Fray Pedro Simón, cronista y religioso, en obra que data de 1626 –en un discurso claramente sesgado en contra del infortunado Carvajal–, asevera que hubo en el pueblo una leyenda según la cual, a los pocos días de haber muerto éste, la madera de la horca (una ceiba)
comenzó a marchitarse y por la posta irse secando y consumiendo hasta que en pocos días no quedó memoria de él. (Documento citado en Inés Quintero, 1993, p.51)
Con estas muertes se cierra la presencia de los Welsers en territorio venezolano. En España, los alemanes entablaron un juicio que duró hasta 1557 para que se les restituyera en el gobierno de la Provincia de Venezuela. Desistieron de la demanda, quizás por la certeza de que ya no tenían el apoyo de la Corona, ya que un año antes había fallecido Carlos V.
Si los alemanes hubieran logrado su cometido de quedarse en el territorio venezolano, si hubieran conseguido el Dorado y si hubieran colonizado el vasto territorio americano, quizás este post hubiese sido escrito en su lengua.
Gracias por leerme.
Fuentes:
Nieves Avellán de Tamayo. 1997. En la ciudad de El Tocuyo 1545-1600. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, Caracas.
Inés Quintero. 1993. El valle de las damas testimonios coloniales. Banco de Lara, Caracas.
Ermila Troconis de Veracoechea. 1997. “Juan de Carvajal”, en Diccionario de Historia de Venezuela. Fundación Polar, Caracas.
Reinaldo Rojas. 2002. De Variquecemeto a Barquisimeto siete estudios históricos. Fundación Buría, Barquisimeto.
Interesante pasajes de nuestra historia,como la ambición marco el destino de estas tierras. No sabía del canibalismo
Amiga @madefrance, siempre es fascinante ver el pasado desde diversas perspectivas. Quizás, el conquistador de Hutten quiso impresionar a sus familiares en Alemania con la historia de que sus acompañantes comían carne humana, lo cual no sería un gesto de un buen cristiano, como dice él que eran. Es una posibilidad, dado que no he visto en otros documentos una descripción de ese tipo en el caso de las expediciones de aquellos ambiciosos hombres.
Gracias por leerme.
Un abrazo.
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