Recorrido - Nostalgia del Todo (El romanticismo alemán I)

in #celfmagazine5 years ago (edited)

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En un primer artículo sobre la modernidad literaria, anuncié una serie al respecto. En aquel comencé a abordar el Romanticismo como movimiento estético-literario iniciador de la literatura moderna. Ahora paso a hablar de una de sus manifestaciones: el Romanticismo alemán.

Los iniciadores del romanticismo fueron los alemanes y los ingleses, casi al mismo tiempo. Se considera al romanticismo alemán como la manifestación fundadora del romanticismo en general, entre finales del siglo XVIII y comienzos del s. XIX. Destaca Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832, autor de la famosa obra Fausto) como su precursor con novelas como Las penas del joven Werther (1774) y Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister (1796). En la primera se cuenta la vida trágica de este personaje que termina en el suicidio ante su imposible amor por Lotte; la segunda, que inicia el subgénero llamado “novela de formación” (“Bildungroman”), narra la decisión de un joven de abandonar su vida como comerciante para entregarse a la vocación teatral, inspirada en Shakespeare.

Un fragmento del final de Werther:

Carlota: no tiemblo al tomar el cáliz terrible y frío que me dará la embriaguez de la muerte. Tú me lo has presentado, y no vacilo. (…) ¡Ay! ¡Cuánto te he amado, desde el momento en que te vi! Desde ese momento comprendí que llenarías toda mi vida… (…) ¡Ah!, nunca sospeché que aquel principio me condujese a este fin.

"Lotte y Werther", pintura inspirada en la obra de Goethe. Fuente

El romanticismo alemán será puntal de gran parte de los rasgos que caracterizarán la conciencia moderna tanto en la filosofía, la literatura y demás artes. La nostalgia de la unidad o de la totalidad perdida en algún momento de la humanidad es uno de los principales. La recuperación de ese sentido unitivo se expresa en la valoración de la síntesis o unidad de los opuestos, y la interdependencia de la razón con otros modos de conocimiento como la intuición, el sueño, la magia, la imaginación. Los sueños serán su gran fuente creadora, con lo que se adelantan a los surrealistas. Se privilegia la analogía, ese principio de la semejanza entre las cosas; el hombre se concebirá como imagen del universo.

Novalis, uno de los más importantes románticos alemanes, dirá:

Marchan los hombres por caminos diversos. Quien les siga y compare verá nacer extrañas figuras, que parecen pertenecer a esta gran escritura cifrada que se encuentra en todas partes: en la alas, en la cáscara de los huevos, en las nubes, en la nieve, en los cristales, en las formas de las rocas, sobre las aguas heladas, en el interior y en el exterior de las montañas, de las plantas, de los animales, de los hombres (…)

El mundo será concebido como un libro que debemos descifrar, leer. De allí el valor que dieron al lenguaje. También destaca la relación estrechísima entre experiencia sensible (la percibida) y la experiencia personal a través de la lectura.

Fuente

En el romanticismo alemán hubo individuos autónomos que no pertenecieron a grupos como fueron Jean Paul Richter, Hölderlin, Kleist y Hoffmann. Existieron dos círculos. En el llamado grupo de Jena resaltan los hermanos Friedrich y August Schlegel, Schelling y Novalis; en su revista Athenäum publicaron sus creaciones, artículos y manifiestos, por lo que es considerado el primer romanticismo. El otro es el grupo de Heidelberg, que puso su interés en la búsqueda de la esencia del pueblo alemán a través de la tradición oral y la literatura popular: entre sus miembros están los conocidos hermanos Grimm, recopiladores y recreadores de cuentos hoy universales como “Blancanieve y los siete enanitos” o “La Cenicienta”.

Veamos fragmentos de textos de algunos de sus representantes.

Jean Paul Fuente

Conocido simplemente como Jean Paul (1763-1825), es una figura muy polémica: apasionado por el mundo de los sueños, con una visión analógica (entre las cosas del mundo se tiende una lazo secreto), irónica y desgarradora; en sus temas está el doble (el otro) y la muerte de Dios. Es famoso su largo, onírico y apocalíptico poema en prosa “Desde lo alto del edificio del mundo, Cristo, muerto, proclama que Dios no existe”; de este unos pequeños fragmentos:

La infancia y sus terrores, más aún que sus alegrías, vuelven a adquirir alas y luz en el sueño y vibran como luciérnagas en la pequeña noche del alma. ¡No aplastéis esas palpitantes chispas!
(…)
De pronto, desde lo alto, bajó sobre el altar una figura sublime y noble que llevaba las huellas de un dolor incancelable, y todos los muertos gritaron: «¡Cristo!¿No hay ningún Dios?». Cristo respondió: «¡Ninguno!»
(…)
Cristo siguió: «He recorrido los mundos, he cabalgado los soles y he volado con las vías lácteas por los desiertos del cielo; pero no existe Dios alguno (…)».
(…)
Entraron entonces en el templo los niños muertos, que se habían despertado en el cementerio; se arrojaron al pie del altar sobre el que se erguía la figura sublime y dijeron: «¡Jesús! ¿No tenemos padre?». – Y él respondió con un soplo enchido de lágrimas: «Todos somos huérfanos, yo y vosotros; no tenemos padre».
(…) – y un martillo de campana, infinitamente estirado, estaba a punto de dar la última hora del tiempo y destruir el edificio del mundo…cuando me desperté.
Mi alma lloró de alegría, porque podía otra vez adorar a Dios – y la alegría y el llanto y la fe en él fueron mi oración. Y, cuando me levanté, el sol ardía por detrás de las espigas púrpuras y proyectaba el pacífico reflejo de su crepúsculo hacia la pequeña luna (…); y, entre el cielo y la tierra, un mundo feliz y transeúnte alargaba sus breves alas y vivía, como yo, ante el padre infinito; y de toda la naturaleza, a mi alrededor, fluían sonidos de paz, similar al redoblar de una víspera lejana.

Friedrich Hölderlin Fuente

Otro grande es Friedrich Hölderlin (1770-1843), espíritu atormentado entre el amor irrealizable y la visión unitiva de la vida, lo que incidió en su estado mental; el mundo griego es su arquetipo, y en la conciencia de su yo como poeta, anhelará la correspondencia entre la naturaleza, los dioses y los hombres. Su poesía tendrá la fuerza del himno o la elegía. Leemos en su extenso poema “El archipiélago”:

Mas, ¡ay!, nuestro linaje vaga en la noche, vive como en el Orco,
sin lo divino. Ocupados únicamente en sus propios afanes,
(…)
Hasta que, despertando de angustioso sueño, se levante
el alma de los hombres, juvenilmente alegre, y el hálito bendito del amor,
de nuevo, como muchas veces antes entre los hijos florecientes de la Hélade,
sople en una nueva época, y el espíritu de la naturaleza,
el que viene desde lejos, el dios, se nos aparezca entre nubes doradas
sobre nuestras frentes más libres, y permanezca en paz entre nosotros.

O también en su elegía “Pan y vino”:

Mientras tanto pienso a menudo
que mejor es dormir, que estar así sin compañeros,
que aguantar así, y qué hacer entre tanto y qué decir,
no lo sé, ¿y para qué poetas en tiempos de penuria?
Pero ellos son, dices tú, como los sacerdotes sagrados del dios del vino,
los que fueron de un país a otro en noche sagrada.

Novalis Fuente

Finalmente, para cerrar este breve paso por el romanticismo alemán, Novalis (1772-1801), que ha sido considerado el más alto realizador del ideal romántico: la síntesis de la búsqueda del Todo. Microcosmos y macrocosmos se reúnen en su poesía, así como lo hacen palabra, ritmo y sonoridad. Si el sueño es uno de los motivos fundamentales de la cosmovisión romántica, otro afín a este será la noche, confundida con la muerte. Novalis alcanza un pensamiento muy lúcido acerca de la poesía, en la que observa una relación con el sentimiento místico; así dirá: “La poesía es representación del alma, representación del mundo interior en su totalidad. (…) Representa lo irrepresentable. (…) De donde el carácter infinito, eterno, de un buen poema.”

De su libro Himnos a la noche, compuesto de varios cantos que mezclan verso y prosa, podemos entresacar:

¿Qué es lo que, de repente, tan lleno de presagios, brota en el fondo del corazón y sorbe la brisa suave de la melancolía? ¿Te complaces también en nosotros, Noche oscura? ¿Qué es lo que ocultas bajo tu manto, que, con fuerza invisible, toca mi alma? Un bálsamo precioso destila de tu mano, como de un haz de adormideras. Por ti levantan el vuelo las pesadas alas del espíritu. Oscuramente, inefablemente nos sentimos movidos (…) ¡Qué pobre y pequeña me parece ahora la Luz! − ¡Qué alegre y bendita la despedida del día! (…) Gloria a la Reina del mundo, a la gran anunciadora de universos sagrados, a la tuteladora del amor dichoso – ella te envía hacia mí – tierna amada – dulce y amable sol de la Noche

Hasta aquí esta semblanza del romanticismo alemán, piedra fundante de ese movimiento estético que sentó las bases de la estética moderna occidental. En un próximo post abordaremos el romanticismo inglés.

Referencias bibliográficas

Abrams, M. H. (1992). Romanticismo: tradición y revolución. España: Edit. Visor.
Goethe, J. W. (1982). Werther. España: Biblioteca Básica Salvat.
Hölderlin, Friedrich. (1979). Poemas. España: Edit. Visor.
Marí, Antonio. (1979). El entusiasmo y la quietud (Antología del Romanticismo alemán). España: Edit. Tusquets.
Novalis (1981). Himnos a la Noche - Enrique de Ofterdingen. España: Editora Nacional.
Paz, Octavio (1985). Los hijos del limo. Colombia: Editorial La Oveja Negra.

Escrito por @josemalavem

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