Una vez, un viejo leñador había perdido una de sus hachas, y se le ocurrió que el ladrón había sido el hijo de su vecino, y durante dias, la forma de caminar del joven le parecia de un delincuente, la forma de hablar y mirar se le hacia la de un delincuente y tambien su forma de comportarse. Al final, todo lo que hacia era propio de un delincente.
Días después, encontró su hacha en su granero, y desde entonces todos los gestos de su vecino le parecían completamente normales
¿Que moraleja nos deja este pequeño relato?
A no juzgar o acusar a las personas sin tener ninguna razón. El hijo del vecino no era quien le había robado el hacha, pero es muy común caer en este error: en vez de culparnos a nosotros mismos, buscamos culpa en otras personas.
bueno, espero les guste y refrexionen un poco, si les ha gustado den le seguir y esperen pronto mas de este contenido, un saludo y hasta la proxima amiwuitos