Extasiado en tu sudor...
Si el odio es lo más parecido al amor...
Cada octava empapada de melancolía.
Cada reja impregnada con mis lágrimas...
Y cierto olor a alcohol.
Gritos de rabia ensordeciendo,
siendo mis llantos de dolor
enjaulados en el Sáhara que eres tú.
Últimamente las metáforas no salen,
como si algo o alguien...
Se hubiese colado en mis rimas, en mi poesía.
Y se haya atrevido a amarla, ¡Qué osadía!
¿Quién se atrevería?
¿Quién... y por qué?
Tú, claro....
Podrías dejar de sonreír, desgraciada.
Y es que por amar mi poesía...
Me gustaría odiarte,
me gustaría odiarte cuando estoy llorando por tu amor,
curdo, reclamando tu presencia con los gritos de mi corazón,
arruinado, manifestandolo con lágrimas firmadas por ti,
y versos que brotan hablando de mí.
Luego me encuentras, te burlas,
me sonríes y dices que eres la cura genuina,
de cada una de mis malas manías, la ética ante mi inmoralidad...
Maldita sea,
Me gustaría odiarte...
No porque seas pedante hasta la mierda,
si no...
Porque quizá tengas razón.
Yo no amo mi poesía.
La odio, la odio con ganas.
Vómito, arcadas y náuseas cada que puedo sentirla.
Y a ti...
Te amo,
sin consentimiento alguno mío empecé a hacerlo.
Ahora... Sonrío, pensando en ti.
YO NO SOY ASÍ.
Qué... Patético y estúpido.
Iré a dañarme.
Quizá elimine mi... Mejor, quizá me elimine a mí.