UNA DISCAPACIDAD O UNA ENFERMEDAD CRÓNICA PUEDEN AFECTAR MUCHÍSIMO A UNA PERSONA. Tras quedar paralítico, Ulf se sintió destrozado, pues era un hombre sano y muy activo. Él recuerda: “Caí en una profunda depresión. Perdí la fortaleza, el ánimo y la energía”.
Lo que le pasó a Ulf nos recuerda que nadie tiene la salud garantizada. Aun así, hay medidas razonables que podemos tomar para reducir el riesgo de contraer una enfermedad. Pero ¿y si nuestra salud se deteriora? ¿Estamos condenados a ser infelices? Como veremos, no tiene por qué ser así. No obstante, analicemos primero algunos principios que contribuyen a la buena salud.
SER EQUILIBRADOS. (1 Timoteo 3:2, 11). La costumbre de comer y beber en exceso es mala para nuestra salud y, obviamente, para nuestro bolsillo. “No llegues a estar entre los que beben vino en exceso, entre los que son comedores glotones de carne. Porque el borracho y el glotón vendrán a parar en la pobreza” (Proverbios 23:20, 21).
NO CONTAMINAR NUESTRO CUERPO. “Limpiémonos de toda contaminación de la carne y del espíritu” (2 Corintios 7:1). Hay personas que contaminan su cuerpo masticando o fumando tabaco, abusando del alcohol o tomando drogas. Por ejemplo, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, el tabaquismo “causa enfermedades y discapacidades, y afecta a casi todos los órganos del cuerpo”.
VER LA VIDA COMO UN REGALO VALIOSO. “Por él [Dios] tenemos vida y nos movemos y existimos” (Hechos 17:28). Si reconocemos esto, evitaremos riesgos innecesarios al trabajar, conducir o divertirnos. No vale la pena arriesgarse a quedar discapacitado toda la vida por un solo instante de emoción.
CONTROLAR LOS SENTIMIENTOS NEGATIVOS. La mente y el cuerpo están muy relacionados. Así que intente controlar la ansiedad excesiva, la ira, la envidia y otros sentimientos negativos. La Biblia aconseja: “Depón la cólera y deja la furia” (Salmo 37:8). Y también recomienda: “Nunca se inquieten acerca del día siguiente, porque el día siguiente tendrá sus propias inquietudes” (Mateo 6:34).
PENSAR EN COSAS POSITIVAS. La Biblia dice: “Un corazón calmado es la vida del organismo”. Y añade: “Un corazón que está gozoso hace bien como sanador” (Proverbios 14:30; 17:22). La ciencia confirma estas palabras. El doctor Derek Cox, funcionario del Ministerio de Salud de Escocia, afirmó: “Las personas felices tienen menos probabilidades de enfermarse”...
ADQUIRIR RESILIENCIA. Al igual que Ulf, mencionado antes, tal vez no nos quede más remedio que afrontar una enfermedad crónica. Aun así, podemos decidir cómo afrontarla. Hundirse en la depresión solo empeora las cosas. La Biblia afirma: “¿Te has mostrado desanimado en el día de la angustia? Tu poder será escaso” (Proverbios 24:10).
Sin embargo, después del golpe inicial, hay personas que demuestran resiliencia, es decir, que se adaptan a su nueva situación y encuentran formas de hacerle frente. Ese fue el caso de Ulf. Él contó que, después de orar mucho y de meditar en el mensaje positivo de la Biblia, comenzó “a ver oportunidades en lugar de obstáculos”. Además, al igual que muchos otros que afrontan situaciones difíciles, Ulf aprendió lecciones valiosas sobre la compasión y la empatía que lo motivaron a hablar del animador mensaje de la Biblia a los demás.
Otra persona que también sufrió mucho fue Steve. Cuando tenía 15 años, un accidente lo dejó paralizado del cuello para abajo. Al cumplir los 18, ya había recuperado la fuerza en los brazos. Más tarde, fue a la universidad, donde empezó a llevar una vida inmoral y a consumir drogas y alcohol. No tenía ninguna esperanza, hasta que comenzó a estudiar la Biblia. Esto cambió su actitud ante la vida y lo ayudó a vencer sus vicios. Él relató: “El vacío que yo había sentido por años desapareció”. Y añadió: “Ahora, mi vida está llena de paz, felicidad y satisfacción”.
Los relatos de Steve y de Ulf nos recuerdan las palabras del Salmo 19:7, 8: “La ley de Jehová es perfecta, hace volver el alma. [...] Las órdenes de Jehová son rectas, hacen regocijar el corazón; el mandamiento de Jehová es limpio, hace brillar los ojos”.
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