No sé si llamarte cielo o mar; porque contigo siempre estoy impredecible o en las nubes.
Quizá debería llamarte intensidad, ángel, caricia, magia.
Porque cuando estaba cayendo por un acantilado te salieron alas de la espalda y me enseñaste a volar. Que por tus manos aterrice -derrumbado-, pero no me estrellé. Que tu cuerpo fue un colchón para mi tristeza, y tus senos almohadas en donde reposaron mis pensamientos. Que no intentaste juntar mis piezas rotas, que solo las besaste y empezaron a sanar solas. Y te quiero por eso. Por respetar mis derribos, mis destrozos, mi agonía y mis ruinas. Que te quiero por todo eso…
Y por todo lo que no cuento, y que solo nosotros sabemos.
Al final de cuentas la boca de ella se llenó de nostalgia de besar, mientras que la de él se llenó de júbilo por imaginar un beso. Se besaron sin saberlo.
Bello poema, con intensa melancolia.
Melancolía; es exactamente el sentimiento que quise transmitir al escribir esta poesía. Gracias.