Micro-relato: El parque

in #cervantes4 years ago

Holaaaaa! Traigo para ustedes un breve micro-relato, espero les guste. ✨

En ese parque en horas de la noche estaba esperando un encuentro premeditado, me gusta denominar esto con el título de «cita con el destino,» en todo el lugar había muy poca iluminación, un sitio casi ideal, exceptuando lo increíble y concurrida que era esta plazoleta, autos, caminantes y vecinos sentados al frente de sus hogares.

Destino llegó a los quince minutos; su talla se encontraba entre el metro sesenta y que su tamaño no los engañe ¿Acaso leyeron ya el escrito completo? ¡Qué sabrán ustedes del destino! Lunar en la parte derecha del rostro, cerca de la boca «por encima del labio» y una sonrisa totalmente cautivante.

Casi se sienta a mi lado sino fuese por una inesperada mancha que se encontraba en el banco y que por causa de eso tuvo que sentarse en el espaldar del banco o sea unos centímetros tanto alejada como por encima de mi, hubiésemos podido elegir otro sitio donde sentarnos pero este era el perfecto, tal vez porque era el más difícil de divisar.

Entre toda la conversación no parábamos, reíamos y continuábamos, hablamos de muchas cosas aún sabiendo que lo primero que me dijo fue; que el encuentro sería corto, otros hubiesen empezando yendo al grano pero yo quería pasar por el rodeo primero.

Poco a poco se acondicionaba más el ambiente y no exagero cuando digo que me acercaba cada vez más a ella, incluso puedo decir que limpié la mancha con mi pantalón para conseguír llegar hasta casi mover mi cuello verticalmente para verla, ahí cuando una risa entro de primero a su boca y se echó para hacia atrás, tiré de su mano y la traje hacia mi, lo segundo que se acercó a su boca fueron mis labios.

Nos besamos, fue corto relativamente hablando, labios suaves como nada y enteros como todo, rebobiné que en un momento de la charla me dijo que era mayor que yo por casi más de década y media y que se sentía un poco apenada ¡Pero qué carajos! Ese beso no vio para los lados ni mucho menos números, allí en ese intercambio, abríamos los ojos de vez en cuando, nuestras miradas coincidían y créanme que está vez cambíe el ojo por ojo por labios por labios... Y el mundo no quedó ciego.

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