Nota íntima antes de dormir

in #cervantes5 years ago (edited)

Justo ahora, estaba acostado en mi cama, y he percibido un olor dulce, que ha subido de no sé donde con ínfulas de embeleso. En caso de que fuera un recuerdo, puedo decir que ha sido de una nitidez pasmosa, con un matiz de indicio como para quedarse todo el tiempo añorándolo. La memoria del olfato es así, te asalta siempre desde un flanco para el que no estás preparado. Es como si te golpeara en el bajo vientre, o te dijera una frase ácida, como solo alguien cercano te la puede decir. Que no la ves venir. Enseguida te pones alerta, a la expectativa, no está claro de qué, pero firme.

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Como sea, el tema es que me ha tomado por sorpresa. El olor del confort. Cuando lo siento pienso en mesas de cristal, en jabones, detergentes, esponjas y agua, dientes blancos y pieles limpias. También podría añadir más cosas a la lista. Cosas exclusivas, bellas, y algo fatuas. En fin, que eso ha venido a removerme la nostalgia y la conciencia.

Tal vez es que a fuerza de claustros, hay siempre un salidero por algún lado. Y mi bendito hocico es un guerrero estoico, capaz de trascender el aroma a petróleo en un lugar cerrado, o la mezcla entre polvo y metal quemado que se hace vapor en la zona trasera de los autobuses, o la fetidez de un mercado con poca ventilación y con carnes en mal estado. Todo esto te tensa, y de manera inconciente claro, uno tiene que respirar con más maña, buscando el aire limpio en cada bocanada. Entonces, si el ambiente es propicio al descanso, el aroma de ese entorno se imprime en la nariz. Y de ese olor dulce, que poco se ma asocia con el llamado del deber o con chorradas de ese estilo, se me ha quedado el recuerdo muy dentro, en un lugar que está en el útlimo puesto de las cosas que alguna vez exhibiría.

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De pronto no tengo más nada que soltar al respecto, y vuelvo a la cama. Allí, me asalta de nuevo el susodicho. Casi que tiene cuerpo. Uno así como diagonal. Luego pienso en las más de mil maneras en que conspiro contra mí mismo para revivir constantemente la misma página. Pero está bien. A fuerza de darle tantas vueltas a lo mismo, si tienes maña y el suficiente respeto contigo, como para ordenar tu basura de manera diferente de vez en cuando, algo trillado puede adquirir un matiz nuevo.

De alguna manera, sentir el olor del confort (ahora que en mi vida está resultando exclusivo hacerlo), es rememorar los descubrimientos de una época que me resulta bella. Y bueno, sin ser un sufrido, el acto de recordarla (la época, quiero decir), aparte de un lujo, es un acto al que se le puede dar la cualidad de lo hermoso, sobre todo, si como antes dije, eres capaz reorganizarte y hallar algo atractivo. Lo suficiente como para que me halla parado de nuevo frente al ordenador a seguir escribiendo de esto. A veces uno guarda una frase bella detrás de los dientes, que está hecha para que no sea mencionada, sino para permear un ambiente con su existencia íntima en el silencio. Y punto, más nada. Voy a la cama, que tengo sueño. Espero que el olor del confort no me moleste.

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