Soy muy buena para perderme lo admito, estuve dando vueltas y vueltas por un buen tiempo, hubo un momento en el que me encontraba en un pasillo estrecho donde solo había al final una vieja puerta verde, tal vez de unos 50 años o más, muy bonita en realidad, un hombre estaba terminando de pintarla… una pintura nueva y reluciente. Tantas cosas me vinieron a la mente que era inevitable no quedarme a admirarla un rato ¿qué tan golpeada estaba la puerta antes de ser pintada?
¿Qué pasaría si esa puerta pudiera pensar?
Quizás recuerde a todas las personas que la golpearon hasta quedar en un estado tan crítico como para tener que haber sido pintada de nuevo.
Tal vez las extrañe porque al final debió haberlas querido tanto por el hecho de que la hicieron vivir momentos que nunca se podría imaginar tan hermosos como para resistir cada uno de esos golpes.
Tal vez ya no vivan allí pero si algún día regresaran, ella desearía que volvieran a tocarla porque después de todo, aunque llegaron nuevas personas a pintarla, su color original aun esta por dentro y ella sigue siendo la misma de antes, los golpes aún siguen allí abajo, no se han ido a ningún lado. Pero tal vez tendría miedo de que esas personas volvieran a dejarla en un estado aún más crítico que el anterior y ya no tenga la misma fuerza para aceptar ser pintada de nuevo.
Luego entré en razón por un segundo
¿Por qué pienso todas estas cosas? Me pregunte agachando un poco la mirada... volví a clavar mis ojos en esa muerta, después de un segundo mi sutil delirio me volvió a abrazar y sin más, susurré.
Yo soy esa puerta.
excelente micro relato...
Esta muy lindo
Hermoso