El Anciano Japones (CUENTO CORTO)

in #cervantes7 years ago (edited)

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Otoño en Shanghái

Hubo una vez cuando un anciano japonés decidió ir de visita a China, en un noviembre que fue su número sesenta y nueve para despedirse por última vez de su amada Cara.

Mi anciano japonés pasó otoño en Shanghái,
esperando en un parque a que Seiko llegará,
pero ella nunca escribió y tampoco llegó.

Aun así el paso otoño en Shanghái
Cantantando:

¿A dónde te has ido?
Preguntó el anciano japonés a las golondrinas del cielo chino,
¿A dónde te has ido?
Preguntó el anciano japonés al árbol otoñal que vaciaba hojas sobre sus piernas,
¿Seiko acaso tú no volverás jamás?
Preguntó el anciano japonés cuando a lo lejos era un reflejo
En los espejos nocturnos de su hogar en Japón.
¿A caso tú no pensaste en mí como yo pensé en ti?
Preguntó el anciano japonés a la Shanghái imperial.

En el banco estuvo el resto de la tarde haciendo preguntas semejantes a las múltiples aves que pasaban y quedaban prendadas en el aire, escuchando las cuestiones del anciano japonés. En el jardín estaba solo porque Seiko no venía y del jardín hizo su estadía. Espero que el otoño terminara para irse tras el, dondequiera que el otoño reposara pasada temporada.

El otoño pasó lento y el anciano japonés no se movía de su puesto, aun esperaba a Seiko. El otoño pasó lento y él se guardó en su sustento, su habitación otoñal moría de acaramelado morado y los párpados del anciano caían más abajo de su saco, sus zapatos junto al tiempo se alargaron como picos de pajarraco. Mientras se tensaban bajo el sombrero los brazos del anciano cual sable samurái.

-Como los sables de los samurái en los cuentos de Seiko..-dijo-
Si, como en los cuentos de Seiko, conteste.

Triste bajo la sombras de las ramas lloraban las muchas hojas por la presión de las aguas. Mientras lento dibujaba el otoño cada tarde su tristezaen acuarela sobre el río enternecido, a causa del anciano vespertino. Pasan las tardes y los días y las noches quedan sorprendidas de como el otoño se ha detenido a esperar al japonés.

No se ha marchado el otoño de Shanghái desde que él llegó.

“No se ha ido el otoño por amor”
Relataron los poetas en los diarios de Japón.

Muchas tardes se quedaron y luego se alejaron porque el Sol se entristeció de solo verlo esperando y su nieto el ocaso se cansó de esperarlo para cuidarlo. Pero el otoño paciente le esperaba sin importarle nada… la luz nocturn y contenta reposaba en la copa del sombrero extranjero.

Entonces, Shanghái fue feliz porque a pesar de su tristeza, la noche había venido. Al anciano japonés nada le importo lo que se escribió de él en la prensa y las tardes seguían pasando de largo hasta que empezaron las protestas…

De Verano, Invierno y Primavera

Dado que otoño se aferraba al parque en tal manera, que intervino Dios desde su trono y vio cómo luchaban las estaciones en gran manera en el Este por Shanghái; vio que la pelea de las estaciones era sabia y mandó al Otoño florecer solo y para siempre en el japonés.

No hubo más tardes después de esa. El otoño y el naranja se integraron en eterno reposo al japonés, su carne se hizo hierro y su ropa fue de bronce como la copa de los árboles antes del anochecer... un día la historia llegó a oídos del emperador King, el quedó tan pasmado de tan absurdo relato que así mandó a que se tomara de su lugar la estatua del parque y fuera llevada a su palacio alli en Shanghái.

Desde entonces se escucha el tono extrañado de los esclavos bajo los balcones del palacio… la Reina llora despacio a los pies del japonés porque ella nunca le fue a ver, donde él le esperaba desde septiembre por el atardecer.

Fin

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