Cuando mi hijo mayor tenía 6 años ya leía fluidamente, para ese momento me tocó ausentarme de la ciudad para realizar un postgrado, durante 3 años volvía a casa solo 2 fines de semana al mes, en los cuales traía un regalito a los niños. Mi regalo favorito era un libro para el que ya sabía leer, siempre he pensado que es muy importante estimular la lectura en los niños.
En la actualidad mi hijo es un adulto en el último trimestre de la Universidad, tiene una biblioteca que llena una habitación y siempre está leyendo un libro, es su hobby, como me respondió cuando le pregunté que por qué estudiaría ingeniería si disfrutaba tanto leyendo.
Hace poco conversando recordábamos la época de niño cuando inició su pasión por la lectura, yo recordaba que le compré el primer libro de la saga Harry Potter, el me respondió: No mami el primer libro que me compraste fue El Principito, y ese libro es mi favorito, lo he leído en 3 etapas de mi vida y sigo descubriendo significados.
Entonces trato de recordar por qué se lo regalé, y no recuerdo ni siquiera cuándo lo hice, me lo buscó y como un tesoro muy preciado lo colocó en mi mesita de noche. Decidí leerlo, me di cuenta que nunca lo había hecho.
Mientras avanzaba la lectura, entre las interrogantes que se me presentaron la principal era: Por qué le regalé a un niño de 6 años un libro que definitivamente no es para niños pequeños? Esta pregunta será siempre un enigma para mí.
Sin embargo mientras lo leo me doy cuenta que comienzo a entender muchas de las peculiaridades de la personalidad de mi hijo, coincidencia, influencia o aprendizaje?
En su primera parte el autor explica lo difícil que es que los adultos entiendan algunas cosas, como el poder entender que el primer dibujo no era un sombrero sino un elefante dentro de una boa, o que tienen su propia perspectiva para ver el mundo. Siempre he admirado la capacidad que tiene mi hijo de adaptarse en una conversación al grupo etario involucrado, como que se adaptaba a la perspectiva de cada quien, al punto que los padres de sus amigos disfrutaban su conversación.
El Principito nunca renuncia a una pregunta sin contestar, como para qué sirven las espinas de la rosa; mi hijo siempre encontraba la forma de obtener una respuesta y si no entendía te lo hacía saber, y si no estaba conforme buscaba otras fuentes y te demostraba sino tenías razón.
El Principito valora las cosas importantes, como cuando le mortificaba que una rosa única pudiera ser destruida por un cordero, simplemente porque éste desconocía su significado. Recuerdo cuando mi hijo estaba en quinto grado de educación primaria, la madre de un compañerito me llamó para agradecerme porque su hijo necesitaba lentes y no había manera que los usara y mi hijo le dijo: “Si te colocas tus lentes parecerás inteligente y a las chicas les gustan los chicos inteligentes”, desde ese momento el niño no tuvo problemas en utilizar sus lentes (anteojos o gafas).
A los 13 años me dijo “Mami yo me puedo casar con una mujer fea, pero nunca con una mujer bruta”, siempre valoró la belleza escondida y la relacionaba con el conocimiento. Como dijo el zorro: “No se ve bien sino con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos”
A veces para no causar disgusto nos seguía la corriente para no contradecirnos en lo que quizás para él no era trascendental, como cuando El Principito decía que admiraba al vanidoso encogiéndose de hombros. Ahora siento que probablemente pensaba que "las personas grandes son muy extrañas”
Como el hombre al Principito, me gusta oír tu risa, eres la persona más feliz que conozco y me encanta escuchar tu risa contagiosa.
Mis hijos son mis estrellas, estaré siempre contenta de haberlos conocido, serán mis amigos y siempre querré reír con ellos.
Me alegro haberte dado este pequeño gran regalo y me quito el sombrero ante el autor y le agradezco por haber marcado positivamente la vida de mi hijo.
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