El día inició con una inesperada invitación, de mi parte para vos, una invitación de amor, te escribí con emoción mientras la tinta era mi corazón.
No pude respirar hasta la llegada de tu respuesta, juro que me emocioné al ver tu escritura curvilínea y perfecta.
Una afirmación que me conmovió el corazón, ya era la cuarta cita, pero no me cansaba de esa sensación, que me causaba felicidad infinita dentro de mi corazón
Corazón que, gracias a ti, quiero que por siempre me dé vida, con ganas de vivir sólo para ver cómo tú celestial sonrisa dibuja una más grande en toda mi vida.
A las ocho de la noche, llegaría a tu portón, tocaría la puerta al ritmo de mi cardíaco pulmón, pero apenas eran las una de la tarde, y ya soñaba con besarte, mirarte, abrazarte y cantarte, supongo que no es normal, pues aun estando yo solo, yo siempre sentía mirarte.
Me inventaba ideas sobre temas para hablarte, pero ni eso podía, porque sólo pensaba en besarte, me distraías de mi concentración, al imaginarte con mi voz, pues nunca podré imitar ni en sueños, el dulce sonido de tu voz.
Un infarto se estaba originando, al compás de las agujas del reloj, que iba tarareando un tic tac eterno, pues para mí era demasiado tiempo, esperar tantas horas para encontrarme con mi amor eterno.
Pasó algo de tiempo y yo ya me estaba vistiendo, repasando lo que en la noche estaría sucediendo, ir a buscarla, llevarla a comer a la carta, sentarse en una banca, observar la vacía playa, reír a carcajadas, llevarla a su casa, y despedirme de ella, no sin antes besarle con el alma.
A cada segundo yo creaba un nuevo futuro, cada segundo era un nuevo mundo, pero todos concluían con tú y yo, eternamente juntos.
Y llegó la octava hora y yo ya iba a medio camino, camino que estaba decorado con luces de brillo infinito, mientras yo iba tarareando canciones al ritmo cardíaco.
Contando las estrellas mientras camino por la acera, yo estaba en busca de un tesoro que no era oro convertido en monedas, pero si un tesoro más valioso que todo el oro de mil planetas.
Un viajero espacial, como esos de las películas, pero esto era la vida real, quizás no viajaré a otros planetas, pero junto a ti siento que tampoco estoy en mi planeta tierra.
Al llegar a tu puerta, mi mente se altera mientras me alienta, que bueno era saber que al otro lado me esperaba ella, pero abriste la puerta con pena, un alma codiciosa pues para mí, estabas perfecta, pero tu querías probar que podías dar mejoría a la definición de belleza.
Terminé esperando en la sala tras la puerta, esperando a que salieras con tu sonrisa y me pidieras que te dijera cómo te veías con esas bellas telas.
Veo que estas perfecta, en mi mente te lo digo de mil maneras, pero mi cuerpo es más minimalista, pues te digo que estás perfecta, al mantener mi boca abierta.
Procedimos a salir para ver las estrellas mientras caminamos para dar con nuestra cena, mientras tú hablas yo escucho, y en viceversa.
Encontramos el restaurant donde comeríamos sin pena, yo le dije al camarero, comeré lo que decida ella, y como siempre de espontanea, ordenaste comida chatarra que venia en forma de dos grandes hamburguesas
Antes de morderlas te llega una gran ocurrencia, para poder hablar sin penas decidimos comer afuera, y salimos con las velas de las estrellas y nos sentamos en una banqueta, y comimos mientras veíamos la playa y sus olas traviesas
Para mí, esa fue la mejor sensación del planeta, pues comería lo que sea, mientras lo coma al lado tuyo, mi reina.
Hablamos de todo tipo de temas, pues los dos somos personas de mentes abiertas, mi mente abierta a la reina, y mi corazón en el que ya tú ocupabas todas mis venas.
Y te agradezco que me lo dijeras, esa idea de comer afuera, nos permitió ver las estrellas, hablar con la boca llena sin sentir algo de pena, oler desde lejos la arena, escuchar las olas que gritan como traviesas, y cantar canciones viejas, de esas que ya pocas personas recuerdan.
Noche para la cual del tiempo yo no tenía conciencia, solo me interesaba lo impactante de tu presencia, controlas las leyes que rigen la tierra, pues controlabas mis tiempos haciéndome creer que esta noche era eterna.
Una noche perfecta pues me acompañabas en ella, esta noche no quiero que muera, no me importa quedarme atrapado a esta hora, si me encuentro contigo y ninguno de los dos jamás envejeciera.
Terminamos de comer y nos levantamos de la banqueta, te acompañaba para tu casa, esperando besarte para que sea la noche perfecta.
Ese beso era lo que más yo deseaba en el planeta, por eso, fui el hombre más feliz, una vez me lo permitiste, y en ese momento pude viajar, a otros planetas.
Fue el mejor beso de mi existencia, inclusive el ultimo mientras esté en la tierra, mis labios mundanos que tocaban los de una reina, reina que decoraba sus mejillas con lágrimas de tristeza.
No llores mi reina, fue una noche perfecta, me preguntaste como me siento, y te termine contando la historia completa.
Me preguntaste cómo me siento, mientras tengo un agujero en mi pecho, yo te respondo contento, pues te pude besar aun después de este trágico suceso.
Pues un hombre ansioso de dinero, decidió tomarlo a la fuerza, disparando primero contra mi cuerpo, y robando mi cartera.
Fue el momento mas aterrador de mi vida, pues creí que te perdería, pero el buen hombre solo me disparo a mí, apuntando a mi camisa.
La bala atravesó toda la habitación, la de mi cuerpo y mi pecho, fallando a la de mi mente y también mi imaginación.
La chimenea no se apagó, pero la leña con sangre se mojó, supe enseguida que el día daría fin a mi función.
Se atenuaba la luz de mis pensamientos, comenzaba a ver todo oscuro mientras era confuso y sentía un vacío dentro de mi cuerpo.
Se distorsiona mi mundo mientras todo pierde su color, mientras mis manos se tornan frías y mi cuerpo se vacía, por el hoyo en mi pecho que manchaba tu blanca camisa.
Mi sangre manchaba tu camisa y tu blanca sonrisa, me besaste y ahora tus lágrimas se vuelven infinitas, lo raro es que lloro es por felicidad y tristeza
Estoy feliz de que mi amor con un beso correspondieras, pero me parte el alma ver como lloras por mi pena.
Siento algo de calor en mis dedos mientras los acobijas con los tuyos, siento fuego en mi pecho mientras miro tus ojos que están en duelo.
Las estrellas se apagan mientras yo veo claramente tu cara, puedo escucharte decirme cuanto me amas, lo que hace que mi pecho arda en llamas.
Creo que tengo el síndrome de Cotard, pero al revés, pues no creo estar muerto, sino mas vivo a cada vez, y aunque sé que mi cuerpo está por perecer, por tus palabras creo que jamás mi alma va a perecer.
Pues no creo que pueda morir, pues en tus labios yo viviré, y sólo al entrar en tu olvido yo moriré, pero, aunque sea convertido en fantasma yo te acompañare, pues eres mi motivo para quedarme en la muerte.
Tampoco deseo que mueras para volverte a ver, solo que me recuerdes, para cuando llegue el día en que nos volvamos a ver, y con esto acaba mi resumen del día, con el más feliz de mi vida, y el último de la lista.
Y ahora solo me queda esperar a que tu llegues a mi muerta vida, pues no me importa cuánto te tardes, te esperaré con alegría, pues me alegra que aún puedas disfrutar tu vida.
Y te pido perdón por amargarte este día, que se supone que te colmaría de felicidad, pero todo resultó ser un rio de lágrimas y sangre sobre tu sonrisa y tu hermosa camisa.