Quien cae en el infierno es porque esa persona lo quiso así, porque en vida no quiso arrepentirse de sus pecados. Ese que no se arrepiente no puede recibir el perdón de Dios, por eso su destino es el fuego eterno. Los condenados maldicen a Dios porque saben que no podrán salir de allí, por más que se lo imploren al Señor. Ellos tuvieron la libertad de escoger entre el cielo y el infierno, y escogieron lo segundo. El infierno es la ausencia de Dios del condenado.
En todo caso, todos podemos liberarnos del infierno, por mucho mal hayamos hecho en la vida. Es tan grande la misericordia de Dios que hasta en el último milisegundo antes de morir podemos pedir perdón a Dios, que debe ser de corazón, única forma para que el Señor nos libere del infierno.
El Purgatorio es un estado temporal del alma. Se puede salir de allí y acceder al cielo con los rezos de las personas que quedan en la tierra. He allí la importancia de la oración por los difuntos. Si oramos por ellos, entonces también seguramente otras personas orarán por nosotros cuando el Señor nos llame a su encuentro.
Nada manchado puede ingresar al cielo, por eso existe el Purgatorio.
Hay algunos videos de Tekton en YouTube, así que escriban en Google: «purgatorio y tekton».