Pensar que todo lo que decía era real, cuando lo que más esperaba es que fuera falso.
Me mostraba imágenes, vídeos y es que no creo que todo esas pruebas eran falsas con el sufrimiento de esas personas al morir. Me dolía, me dolía por la porquería que había en este mundo, porque la humanidad no debería estar de esta manera.
Fue casi imposible para mí no llorar ante cada cuerpo muerto y sin vida, debido a que yo no debería estar aquí, ni muchos menos vivir esto cuando lo había alejado de mi vida.
Cuando se supone que esto era mi pasado.
—Esas personas son las que provocaron la explosión en la universidad y la destrucción de algunos edificios. Ha pasado en China, en Japón y en Brasil y en otros países latinos, pero el gobierno ha tratado todo lo necesario para que no se entere la gente, ha apagado medios de comunicación, redes, televisión, la recepción, teléfonos... No quieren que haya un alboroto con todo esto que está pasando—todo lo que decía lo escuchaba con sinceridad.
No sabía que pensar, estaba en una situación urgente, la verdad es que todos en el país lo estaban y yo no tenía ni puta idea de que iba a hacer.
—¿Por qué vine aquí?...¿Por qué estoy aquí?—le repetí mirando el holograma en el que pasaban los vídeos.
Esto me enfermaba.
—Sé que sonará egoísta y no creas que no hemos tomado en cuenta que estás fuera de servicio desde hace unos años, pero...Eres la mejor de su campo y sabemos que has tenido múltiples medallas y éxitos al tomar una misión.
—Dime que no es lo que estoy pensando.
—Queremos que vuelvas a tu antigua organización de infiltrada.
La sala se mantuvo en silencio, pues yo no daba respuesta. Simplemente, no me gustaba.
Por un buen motivo dejé todo aquello, por un buen motivo dejé de matar personas, por algo dejé de ser la misma persona cuando llegué a la universidad en los Ángeles.
Trague saliva y cerré mis ojos en un intento de tranquilizarme, tratar de meditar y dejar que la calma me invadiera. Agradecía eternamente que no dijera nada, pues estoy segura de que solo eso me haría explotar con todo lo que contenía adentro.
—¿Quieres un abrazo?—me preguntó.
Abrí mis ojos y ella me miraba con una sonrisa triste.
—Eres una idiota Daniela Calle—murmuré bajo, mientras trataba de no llorar frente a ella.
—Si, a veces lo soy, pero percibo cuando alguien necesita un abrazo y sé que lo quieres—ella se levantó en total calma y se iba acercando poco a poco hacia mí.
No hice nada, solo me quedé estática porque sabía que podía derrumbarme en ese momento. Esto era más que difícil. Pero cuando sentí sus brazos alrededor de mí fue algo inexplicable, y es que, aún no sé cómo describirlo. Las palabras sobraban.
Fuego, tal vez. Algo que no sabía decir que era y es que también lamentablemente, mi estatura no ayudaba y ella era la que tenía el control de "todo" en ese instante.
Cuando me alejé en busca de meditar otra vez, ella se acercó de nuevo a la orilla de la cama y se sentó en la parte que quedaba más cerca de mí, en silencio y quitando el holograma con su teléfono.
Me quedé por un momento levantada hasta que me cansé y fui caminando hacia la cama para poder sentarme y luego dejar caer la mitad de mi cuerpo en ella. Calle estaba a unos cuantos centímetros a mi lado.
—Quieren que busque información sobre el virus ¿no? —pregunté con mis manos tapando mi cara. Ella giró su cabeza para mirarme y de nuevo colocó esa cara seria.
—Si, por eso es necesario que estés con nosotros. Si encuentras algo que pueda servirnos para tratar de encontrar la cura o algún tipo de sustancia que pueda evitarlo...eso nos ayudaría a todos—dijo con un toque de esperanza.
La habitación quedó en silencio y yo ajusté mi garganta para otra pregunta.
— ¿Seré la única que esté allí?
—No... Iré contigo y con otros agentes.
—Me alivia mucho escuchar eso—dije suspirando. Era grato para mí saber que no iba estar sola. Creo que si era inevitable no aceptar la misión, al menos con compañía sería más agradable.
— ¿Te alivia escuchar que iré contigo? —me comentó con burla y una sonrisa traviesa.
—Eres muy buena arruinando mi paz—expresé con fastidio.
—Estás clara que te encanto.
Pero justo cuando le iba a contestar, alguien tocó la puerta.
Miré a Calle y ella se levantó de la cama quedando de pie a unos cuantos pasos lejos de mí, con su cara transformada a una muy seria y con una voz firme dijo "pase" a la persona que tocaba.
Cuando la puerta se abrió, quedé perpleja a lo que veía.
—Hola Poché, ¿Cuánto tiempo no? —me dijo con una gran sonrisa.
—Cómo... cómo... ¿cómo es que tú estás viva? —estaba confundida. Esto era de locos.
— ¡Vaya! Se nota que me has extrañado.
Solo no podía creerlo.
Su cabello, sus ojos, labios y nariz, su particular risa casi idéntica a la mía, su manera de pararse, su voz...Ella...ella se supone que había muerto.
Pero estaba ahí, mi hermana estaba ahí y solo podía hacer una cosa.
A paso rápido me acerqué y la abracé fuertemente con temor a soltarla y que se vaya. No quería cometer el mismo error que antes, no ahora con todo lo que sé.
Calle estaba en silencio pero solo podía estar pendiente de Vale, porque después de tantos años la estaba viendo. Era increíble.
—¿Cómo?... Porque no logro entenderlo Vale, en serio no puedo creerlo—mi emoción era palpable. Sin duda estaba más que feliz y no iba a desaprovechar esto.
—Bueno bueno, pero tranquilízate que parece que te va a dar algo—se rio un poco y con sus manos me acarició la cara en un estado feliz.
¡Tenía a mi hermana con vida!
—Está bien, lo haré, pero dime cómo es esto posible, porque en serio que pienso que estoy alucinando y que en verdad tú no estás aquí, conmigo—le dije algo rápido y con una sonrisa en mi cara.
Tal vez parecía al gato de Alicia en el país de las maravillas, no lo sé, no exagero. La felicidad desbordaba por cada poro de mi piel y no podía ocultarlo.
—Bien solo...en este momento no—expresó Vale pensando, borrando un poco mi sonrisa—. Tenemos un asunto importante que resolver primero—Vale miró a Calle y después me volvió a mirar a mí—. Vamos...tenemos que salir de aquí.
Vale se giró y abrió la puerta, pero antes de salir por ella, le agarré su mano deteniéndola y provocándole confusión.
—He pasado casi 7 años de mi vida pensando que estabas muerta, te me apareces y ¿en verdad no vas a decirme que pasó contigo y porqué estás en este lugar? —le dije molesta.
Ella suspiró y se volteó encarándome.
—Exactamente Poché, no puedo tirarte todo de bomba porque no es lo correcto solo...solo vamos ¿sí? Prometo contarte todo cuando estemos a solas y en un lugar mejor que este—articuló Vale con una pequeña sonrisa al final.
Gruñí y dije un corto "está bien" para después irnos caminando fuera de la habitación con Calle incluida.
Y es que mientras caminábamos por el edificio, mentiría que no quedé sorprendida por la alta tecnología del cual estaba formado.
Paredes de blanco puro y otras de vidrío transparentes, la mayoría de las puertas eran mecánicas de acero delgado y dentro de cada puerta se podía notar a algunas personas adentro hablando, otras manipulando computadoras y científicos haciendo cosas de científicos.
En Misi, mi antigua organización, la tecnología era avanzada, pero esto no se podía comparar con nada de lo que alguna vez vi. Claro que, tenía que tomar en cuenta que llevaba dos años fuera de todo esto, pero de igual forma, esto parecía muy avanzado para lo que va de dos años.
Vale iba delante de nosotras y Calle optó por estar a mi lado caminando. Aún seguía con la bata y descalza, las personas que pasaban por nuestro lado se me quedaban viendo a veces y yo los ignoraba en un intento de mantenerme tranquila. Sin embargo, antes de que llegáramos a una puerta, vi a un chico idéntico a Sebastián cruzar otra puerta que estaba en dirección contraria de nosotras.
¿Era él?... Tal vez estaba alucinando esta vez y de verdad me estaba volviendo loca pero...
A todas estas, si está ocurriendo esto ¿dónde está mi madre y mis amigos?
Una gran acidez se estaba provocando en mi garganta porque dudas se incrustaron en mi mente. Esto era el colmo.
Cuando la puerta se abrió, pude ver una gran sala con una mesa igual de grande. Estaban sentados varias personas alrededor de ella, pero mis ojos solo se fijaron en una.
— ¿¡Tú que haces aquí!? —tomé ágilmente la pistola que tenía Daniela guardada en su cintura que ocultaba con su camisa y le apunté al hombre que estaba sentado en una de las sillas.
Daniela intentó de quitármela pero, yo la esquivé cuando trató de acercarse a mí y con mi pie la hice resbalarse para que cayera en el piso, cosa que pasó. Mi hermana Vale se quedó en su sitio y casi al igual que todas esas personas que estaban sentados solo se me quedaban mirando mientras apuntaba al hombre.
Daniela desde el piso bufó y me miró con fastidio. Tal vez si ella no me hubiera abrazado no hubiera sentido su arma, pero ella así lo quiso, por lo cual no tenía motivo de quejarse.
—Tranquila Poché, aquí nadie va a lastimarte—me comentó Vale.
La miré de reojo pero mi furia estaba presente al ver a ese hombre vivo, debía estar bien pero bien muerto.
—¡Ese hombre mató a nuestro padre! —exclamé con rabia.
Él se rio ante mi comentario y se levantó para acercarse y quedar frente a mí.
—Sí, yo lo maté ¿Algún problema con eso? —expresó con cinismo.
Quité el seguro y el arma estaba directa para disparar. Mataría a este hombre con mis manos.
Coloqué la pistola en toda su frente y estaba a punto de disparar, pero Calle me detuvo.
—¿En serio eso es lo que quieres?
Volteé mi mirada hacia ella sin dejar de apuntar a ese desgraciado.
—¡Tú no sabes que es lo que quiero para estar hablando Daniela! —le exclamé con la poca conciencia que me quedaba.
—¿No que no querías volver a esto? Dejar esta vida de matanza y engaño y seguir con tu vida normal y feliz...Porque si aprietas el gatillo te aseguro que estás contradiciendo todo lo que has dicho o pensado.
Daniela me puso entre la espada y la pared, pero yo solo quería hacer una cosa y no podía echarme para atrás cuando tenía al hombre que más odiaba en la vida justo al frente.
Y para ser más intachable, no iba a abandonar la oportunidad.
—Tú no me conoces Daniela Calle.
Apreté el gatillo dejando sonar el sonido que después de tanto tiempo no escuchaba y que a su vez, cayera un cuerpo sin vida al suelo.
Pero por más satisfacción que hubiera tenido, no sonreí ni un poco y solo tenía unas intensas ganas de seguir golpeándolo, él arruinó mi vida...pero tampoco era estúpida.
— ¿Quién es él? —pregunté, bajando el arma, aún con furia en mi voz.
—Un simple hombre común, no es Nicolás Clayton, el hombre que asesinó a tu padre...pero me sorprende que lo hayas reconocido perfectamente—respondió una mujer de los que estaban en la mesa.
—¿Por qué era idéntico a ese bastardo? —miré a la mujer. Debía tener como unos 30 años pero constaba de una vestimenta impecable.
—Tecnología avanzada, modificador de células y replica de individuos. Aún está en evaluación pero viendo que lo reconociste fácilmente, se tendrá que hacer otro par de cambios.
—No es necesario...cualquiera se confundiría fácilmente.
—¿Cómo lo reconociste entonces? —preguntó la mujer seria.
—No lo hice...solo lo maté porque no aguantaba seguir mirando su cara—respondí fríamente—. Aparte, a Nicolás Clayton lo he matado anteriormente.
—¡Vaya! ¡Con que volvió la antigua María José Garzón!...
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