El Madrid dio un par de estupendos estirones en Girona después de una magnífica segunda parte en la que confirmó su crecimiento y alcanzó el liderato de LaLiga. Enderezó un partido complicado tras el gol inicial rojiblanco y acabó gustándose (1-4) después de una magnífica actuación coral, con Asensio y Bale a los mandos. A falta de Cristiano, el internacional galés y Benzema se han desperezado. Gareth dio una asistencia y marcó. El francés se anotó un doblete. El gol es cosa de todos, aunque el talento de Asensio, brillante en la segunda mitad, es único. El Girona de Eusebio empezó muy bien, pero el empate le fundió. Después asistió al festival blanco sin presentar oposición.
El triunfo, incontestable, le sirvió a Lopetegui para abrir las ventanas de la casa en la que vive, donde el ambiente parecía algo enrarecido. Fueron tres puntos para ventilar un día singular en el que Vinicius, que costó 45 millones, se estrenó en partido oficial, pero con el Castilla, Courtois, el mejor portero del Mundial, permanecía en el banquillo y Odriozola acabó en la grada. La victoria le quitará cierto picor a Florentino.
Lopetegui se ha hecho fuerte con una alineación calcada a la de la primera jornada salvo por Casemiro. Modric y Varane también estaban sentados en el banco junto a Courtois. La propuesta de Eusebio, sin Stuani, fue significativa por la presencia de Porro, un chaval de 18 años que tuvo su protagonismo porque casi todo ocurrió por la banda izquierda. El Madrid tuvo un boquete allí porque a Marcelo le dio por ejercer de Marcelo, esto es, lo que pase en mi campo me da igual. El canterano del Girona, mientras, resolvía mejor el trabajo.
Lo del lateral izquierdo brasileño en este principio de temporada (después de su torpeza de Tallin) causa estupor, pero a Marcelo o le tomas o le dejas. El Girona, que inició muy bien el encuentro, presionando arriba, metiendo intensidad allá donde veía flacidez en su rival, explotó la zona fértil de la defensa blanca. Portu y Lozano campaban por allí ante la ancha vigilancia de Marcelo, que siempre llegaba tarde o muy tarde, no tenía término medio. Ramos y Nacho, pluriempleados, hicieron lo que pudieron hasta que en otra escapada de Lozano, el rechace de un centro al área acabó en las botas de Borja García. El recorte y la definición resultaron fabulosas.
El gol y otra jugada por la autopista carioca, en la que Portu falló en el último pase, coronaron los mejores minutos del Girona, que poco a poco se aplacó, satisfecho con su botín. Se mostró más perezoso en la presión y dejó revivir al Madrid, que si había tenido la pelota fue para perderla. Era un equipo sin vértigo y sin rematador el del Lopetegui, empeñado durante un buen rato en mandar balones al área con la fe del náufrago y sus mensajes en una botella, es decir, a ver si pasaba algo.Con ese repertorio, algunos despistes defensivos y una gran ocasión pifiada por Isco que pudo abrir el marcador, su mejor rematador fue Sergio Ramos. El central, más líder sin Cristiano, remató dos veces con la cabeza e igualó el encuentro con un penalti, a lo Panenka, tras una falta muy clara de Muniesa a Asensio.
Alguna cartilla tuvo que leer Lopetegui en el descanso. El cambio de actitud del Madrid fue notorio. De pronto, el equipo blanco recuperó el hambre y mutó en otro estado, más próximo a las aspiraciones del entrenador vasco.Pudo marcar Bale tras un centro magnífico de Marcelo. La mano de Bono fue espléndida. Después, Pons se enredó dentro del área ante las fauces de Asensio y un poco más tarde le dio una mala patada. Montilivi ni protestó. Benzema confirmó la remontada y el Girona se desinfló.
El equipo blanco, notable tras el descanso, gobernó después como quiso. Se sumaron muchos jugadores al despliegue. Asensio resultó mágico. Seis minutos después, Isco se encontró a sí mismo en un pase magnífico al espacio donde se presentó Bale antes que nadie. Resultó incontenible el galés en la carrera con Muniesa y también en el golpeo ante Bono. El año del dragón. Con el marcador a favor, Julen volvió a intervenir para retirar del campo a Marcelo, lo que fue el cuarto gol virtual.El real lo marcó Benzema cuando Girona, por primera vez, ya era tierra conquistada por el Madrid.