Diez años han pasado desde febrero 2008 cuando Teodora escuchó las fatídicas palabras “condenada a 30 años de prisión por homicidio agravado”, decirlo es fácil, pero para una mujer joven, que en esa época tenía 24 años no lo es. Tuvo una emergencia obstétrica que la llevó del hospital a la cárcel, pidió ayuda en reiteradas ocasiones, llamó al 911 y nunca llegó.
Diez años, separada de Ángel su primer hijo, quien tenía 3 años de edad, Teodora trabajaba en la cafetería de un colegio privado para solventar la manutención de él como única responsable.
Diez años, sin contacto con Ángel, que ahora tiene 14 años, sin poder comprender porque su madre no está en casa. El Juzgado de Sentencia, consideró que ella había cometido homicidio agravado en perjuicio de su segunda descendiente, basado en las pruebas presentadas por la representación fiscal, quienes deben buscar la verdad y no dedicarse únicamente a basar el éxito del sistema judicial en la condena de mujeres jóvenes procedentes de la zona rural, que por diferentes condiciones de salud sufren emergencias obstétricas.
Diez años, en los que le fueron truncados sus sueños de salir adelante por ella, su hijo y su familia, Teodora trabajaba duro todos los días para que Ángel tuviera todos los cuidados que un niño requiere a esa edad.
Tengo un hijo, ahora de 11 años de edad, no me imagino alejado de él por tanto tiempo. Razón que me lleva cuestionar la decisión de los jueces de separar a una mujer como Teodora de Ángel, no es posible que una familia sea separada por los sesgos y prejuicios de quiénes aplican la ley en el país.
Los jueces: Lic. Alejandro Guevara Fuentes, Lic. José Luis Gianmattei y Lic. María del Pilar Abrego de Archila; le quitaron a Teodora y Ángel diez años de tiempo juntos, de tiempo de familia; hoy que tiene lugar la Audiencia de revisión de sentencia de esta mujer, estos jueces tienen la oportunidad de corregir la injusticia que cometieron en 2008 y permitir el reencuentro de una familia.