Son las 5 de la madrugada, no soy una persona mañanera es más odio levantarme temprano. Soy una persona nocturna, trabajo de noche, siento que la creatividad brota con la luz de la luna, ya que el día es muy ruidoso y todos están tan ocupados que no hay tiempo de oír al alma creadora.
Sin embargo, tocan mi puerta… hacia apenas una hora que me iba acostando, así que mi humor no es el mejor. Abro y está mi hermana mayor con madres lagrimones en la cara, preocupada pregunto: qué paso.
Su respuesta me enerva.
Fulanito me boto de su casa.
Fulanito es su patético marido, del cual quedó embarazada y le negó a su hija. Pasaron dos años y se apareció con la cara lavada y ella lo recibió, no conforme con eso se volvió a embarazar del y como ya van para diez desdichados años juntos decidió que se casaría con ella, pero sin darle casa ni nada, casarse de papel ella aquí y el allá.
Me molesto y le digo tajante:
Mija él no te quiere, que esperas pa dejarlo botado
Y, ella en una diarrea intelectual me responde:
Y si lo dejo y se va con otra mujer, y con ella si sirve
Sorprendida le respondo:
¡Bien por ti, porque a ti no te servía!
Ella se molesta con mi respuesta y se va, haciendo caso omiso a mis palabras. Tal como si no me escuchara, es increíble la capacidad que tiene de seleccionar lo que desea oír y lo que no.
En la noche los veo, ella esta apurada atendiéndolo y él fulanito echado viendo tele.
Y en ese momento me pregunto ¿Por qué carajo nos olvidamos del amor propio?