Humildad

Muchas veces he escuchado decir que una persona es “humilde” porque es “pobre”, incluso si buscamos algunos sinónimos de esta palabra, obtenemos respuestas como “dócil” “pobre” y “sumiso”. La humildad es uno de los valores más bonitos que pueden existir, una persona humilde desde que nace aprende sus cualidades y no alardea de ello, sino que busca ayudar a los demás con ese don que posee. En este mundo de tanta vanidad y engreimiento que hemos convertido nosotros mismos, tener esas personas presentes como una luz parpadeante que te recuerda que puedes ser mejor es un gran regalo.

Obrar sanamente en la vida de alguien, ayudar en un momento de desesperación, promover el alimento a una persona con problemas económicos, sin alardear de ello es una bendición. No todos podemos tener tanta paciencia, modestia y bondad en nuestros corazones, o tal vez sí pero no lo demostramos tanto como ellos. Tener una mano amiga que te ayude en tiempos de aflicción, alguien que se detenga a esperarte sin quejarse, ni es capaz de humillarte así note que haces algo mal.

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Ser humilde es un valor independiente a cual sea tu posición económica o social, estará presente en todo momento. Me preguntaba por qué hacemos referencia a la humildad como una mala situación económica y pensé hasta que pude llegar a una conclusión, los pobres piensan que los ricos son malos, también que son humildes sólo porque no tienen con qué superar a otra persona (refiriéndose al dinero). Este pensamiento de que llegar en un futuro a tener riquezas y triunfar es malo, puede arrebatarnos muchas oportunidades de surgir.

Humildad es aceptar que tenemos ciertas debilidades y muchas cualidades que mejorar, llegar a comprender que tal vez existen razones por las cuáles debemos pedir perdón a alguien. ¿Este concepto incluye en algún momento la palabra “pobreza”? He conocido personas ricas que han aprovechado su dinero para ayudar a su familia y su comunidad, donde lo vieron crecer. Así como también gente pobre que se aprovecha de los más pobres, siendo prepotentes y soberbios.

Podemos cambiar este concepto erróneo que hemos difundido, aceptar nuestra situación económica como una responsabilidad personal, acojamos el valor de la humildad como un escalón más para un mundo mejor, lleno de gente que se preocupa y contribuye por los demás, aceptando sus virtudes, sin alardear de lo que ha conseguido. Podemos crear un gran cambio en la sociedad de buenos valores.

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