Se me ocurrió hacer varios Post sobre los venezolanos en Boa Vista, ciudad en la que pase una semana. Mas que todos crónicas, pequeñas historias que creo, valen la pena ser contadas, no hay juicio moral en ellas ni moralejas, solo intento decir lo que paso y lo que sentí.
La lengua Portuguesa.
"Última flor do Lácio, inculta e bela,
És, a um tempo, esplendor e sepultura:
Ouro nativo, que na ganga impura
A bruta mina entre os cascalhos vela
Amo-te assim, desconhecida e obscura"
-Língua Portuguesa – Olavo Bilac
Yo siempre pensé en el portugués como una variación del español afrancesado, pareciera que quien lo habla siempre estuviera cantando y susurrando al mismo tiempo, a mi particularmente se me hace pesado en la literatura, pero bello en la música y la poesía, con mas cualidad musical que el español que tiene frases y palabras más largas y contundentes, pero muchas de ellas carentes de ritmo musical propio.
Leer el portugués es relativamente sencillo, y yo creí que hablarlo era lo mismo, pero es ese acento, una especie de rin-tintín que hace que palabras que pueden ser casi exactamente iguales se nos compliquen. Las semanas que estuve en Brasil comprendí que el mejor método para poder hablar con la gente era yo usando mi idioma y ellos el suyo, y para donde no hubiera entendimiento, recurrir un poco a ingles, porque todo el mundo sabe un poco.
Com licença, você poderia me emprestar seu isqueiro
Recién llegando a Boa Vista y ansioso tras varias horas de carretera empece a caminar por las calles del centro, circundando la plaza, para buscar un yesquero y encenderme un cigarrillo. El mio se había perdido desde la gran Sabana, escondido o perdido entre el lió de las malteas, la ropa sucia y los libros dispuestos para el tiempo de ocio.
Ahora, yo pienso, y se vera que fue un pensamiento inocente, que mi deber como extranjero es pedir el yesquero en Portugues. Saco el teléfono, mas rápido que el diccionario, y uso el traductor, veo la frase y le doy vueltas, la escucho varias veces y me animo a usarla.
Un Zapatero en una esquina estaba usando precisamente un yesquero para quemar el cuero de unas trenzas, y pensé, que en caso de que idioma me fallara, siempre podría hacer una que otra seña bastante explicativa. Pero cuando le dije al hombre:
-Com licença, você poderia me emprestar seu isqueiro
El hombre me miro extrañado y como aguantando la risa, y me contesto en un sórdido español clásico del oriente del país- en mi propio acento, mi propio dialecto-.
-Claro mano, Vacílatelo.
La primera persona con la que hablaba en Brasil, era un Venezolano.
Você poderia me dizer onde eles vendem charutos
La historia, justo en el día final, antes de irme tuvo una secuela casi idéntica, pero con un toque de experiencia surreal. Ya no era el yesquero, que se me habían encontrado, si no la indicación para los cigarros, que se me habían acabado. De nuevo había aprendido la frase, decidió a hacer una segunda intentona con el Portugués. Seleccione mi objetivo, aprendí la frase y repetí el proceso.
-Você poderia me dizer onde eles vendem charutos- le dije-.
Y el hombre me contesto con firmeza
-Si quieres te paso uno, porque el sitio que esta cerca esta cerrado.
Era otro venezolano; ambos empezamos a reír, yo acepte el presente y hablando y hablando descubrimos que ese hombre a casi mil kilómetros de su origen era en realidad familia mía.
Nunca había escuchado de el, pero de alguna manera, peguntando sobre lugares y familias, descubrimos que era nieto de un compadre de mi bisabuela, y que era primo tercero o cuarto, de un primo mío...
Que había vivido en Casanay, y estaba en el día del funeral de mi abuela, es decir, que en algún momento de la vida, en ese funeral, necesariamente habíamos habitado el mismo espacio, y que ahora, tiempo después, nos encontrábamos y desentrañábamos todo esto.
-Qué pequeño es el mundo- me dice- No nos conocimos nunca por allá, y ahora y aquí, nos vemos y hablamos. ¿no te parece impresionante?
Si, no había otra palabra para ello.
-Luis Rafael Moya