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En ese pueblo las personas compartían sanamente con sus vecinos, familiares y amigos. Eran muy alegres y siempre estaban pendientes de ayudar al necesitado sin escatimar en gastos y tiempo. Reinaba la humildad, el respeto y la honestidad. Los pilares de familia trabajaban y estaban orgullosos de su labor. Al terminar su faena iban a los supermercados y se abastecían de todo lo que podían comprar con su salario. Eran felices y se sentían libres de comer y comprar lo que les apetecía, salir a divertirse con amigos, conversar hasta la media noche con el vecino en la plaza o en la puerta de sus casas, viajar y conocer nuevos lugares.
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Cierto día llegó al pueblo un monstruo que acabó con su tranquilidad. Se metió en todos los sitios de comida y la devoró toda hasta tal punto que el pueblo no tenía que comer. Las personas empezaron a cambiar debido a la falta de alimentos y el monstruo se aprovechó de esa situación. Ya los amigos dejaron de serlo, el vecino robaba para comer y el otro revendía lo que no se conseguía; los viajes fueron disminuyendo y las salidas de diversión desaparecían. Aquel poblado de personas felices se llenaba de caras apesadumbradas. Este monstruo empezó a manipular a los más débiles y a los más fuertes los castigaba asesinándolos o encerrándolos.
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Ese triste escenario llevó a la separación de muchas familias debido a la emigración de uno o más de sus miembros a otras tierras muy lejanas para poder conseguir el bienestar que antes gozaban y ayudar a los que se quedaron atrás. Las hermosas tierras que describí al principio, de tanta tristeza y derrame de lágrimas se han adormecido y se sienten afligidas de imaginar no volver a ser libres y fructíferas. Igual los pobladores que, día a día con el corazón destrozado, se despiden de sus cimientos para ir a tierras extrañas dejando atrás tantas riquezas destrozadas por ese horrible monstruo.
Pero no todo está perdido, hay algo que ese ser despreciable no les ha podido quitar, la ESPERANZA. En el corazón de los pobladores queda una leve ilusión que algún día ese ser tan horrible se desvanezca y vuelvan aflorar los bellos sentimientos dormidos en todos ellos. Retorne la unión, el respeto, la solidaridad y el amor que reinaba antes de esta calamidad.
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Luz al final del camino...es lo que nos mantiene esperanzados.
La esperanza eslo último que se pierde. Ánimo Venezuela