Cuando formé familia aparte, siempre tuve mujeres que me apoyaron en la casa. José y yo trabajábamos duro y siempre necesitábamos de ellas. Así desfiló por mi casa Clemencia, mi comadre que todo lo hacía bien y rápido; la Sra Carmen, tan extraordinaria que me llevaba los sábados el desayuno a la cama. Las nanas de Betania: la Profe Juana -hoy Profe de verdad- y Jake, que hicieron de ella un ser más completo.
La nana de Carlitos, la sin igual Fidelina, con un olfato especial para los tiempos difíciles, que ya hasta decidía qué íbamos a comer. Y María, mi querida María, con una inteligencia pura, impecable para todo y divina ella.
A ellas y las que la memoria no me dejo recordar, ocupan un lugar privilegiado en mi corazón, sin ellas la vida no hubiese sido tan buena conmigo y hoy las honro con todo mi amor
Berta Ramirez - Marzo 2018
Ay, me hiciste recordar a tantas que nos acompañaron, especialmente "Juanita", una colombiana que hacía el jugo de naranja más rico del mundo pero además nos regalaba "máscaras" de la concha de la fruta al mismo tiempo.