Cuando los cabalistas analizan la Torá y meditan en el significado trascendental de las celebraciones y sus mandamientos o mizvot, como en el caso del Pésaj, no debemos confundirnos.
No lo hacen desde el punto de vista de la religión hebrea formal, aunque no les molesta para nada que los judíos recuerden la salida de Egipto comiendo pan sin levadura, y guardando todos los mandamientos que exige la vida kosher.
Tampoco lo hacen para recordar simples hechos históricos, leyendas, sagas. No se trata de un debate sobre la existencia histórica de Moisés, el Faraón, el éxodo, el cruce del Mar Rojo o el maná.
Están hablando de algo más, que, curiosamente, incluye todo lo anterior pero lo trasciende: se trata del significado energético que las categorías como Pésaj, Faraón, el desierto, el exilio, las plagas y Egipto, tienen en nuestras vidas y en nuestro camino de ascenso hacia los mundos superiores.
¿Cuál es el significado de todas estas categorías, de todas estas historias que están codificadas en la Torá, en la Biblia?
Es, sencillamente, una manera de presentar la lucha contra el deseo de recibir, la batalla interior para salir del exilio, del egoísmo, y así acceder a las luces de los mundos superiores, para finalmente alcanzar la corrección, la plenitud en esta vida, aquí y ahora.
Hemos dicho en nuestros posts anteriores que la esencia del ser humano es el deseo de recibir, el ego. Pero ese ego debe ser corregido con el paso del tiempo, con el crecimiento tanto del sujeto como de la sociedad, del mundo.
Permanecer en el egoísmo sin aprender a interactuar con los otros, sin aprender a otorgar para mantener la armonía y la homeóstasis, es no crecer, es mantenerse en un eterno infantilismo.
Eso es lo que significa Faraón, el deseo de recibir. No es simplemente una figura histórica, tampoco es algo externo a nosotros. Es lo más interno y profundo que tenemos desde que nacemos: el ego, el deseo de recibir sin preocuparnos de los demás.
Ese deseo nos ha alienado del mundo, del cosmos. Es lo que significan Egipto y el exilio.
Pero aparece una fuerza diferente, Moisés, que les dice a todos: “¡Vamos, salgamos del exilio!” Y en el momento en que todos acceden, comienzan a suceder prodigios y plagas.
Pero no se trata de plagas contra terceros: son plagas y sufrimientos contra nuestro Faraón interno, contra nuestro ego. Las sufrimos, las padecemos, porque queremos permanecer en el egoísmo, en la comodidad del disfrute para nosotros mismos. Y ciertamente podemos permanecer así toda la vida: pero seremos esclavos para siempre.
Aparecerá entonces esta fuerza, Moisés, y nos dirá que todos debemos ser garantes los unos de los otros, que podemos pedir todos los milagros que deseemos, y siempre que sean pedidos con el deseo de otorgar a nuestro prójimo, esos deseos, esas peticiones ser harán realidad.
No se trata de que el Creador nos vaya a otorgar un milagro: simplemente, el sistema está diseñado así, sus resultados son perfectamente predecibles, y nosotros lo único que tenemos que aprender es cómo funciona todo, cómo corregir nuestra vasija de recepción, para salir del exilio, de Egipto, y liberarnos del Faraón.
Esto es lo que realmente celebramos en Pésaj, la salida de nuestro egoísmo, la corrección. Es una oportunidad, es un recordatorio, para proseguir en este camino que nos han señalado los cabalistas desde los tiempos de Abraham, siguiendo con Moisés (porque creemos que realmente existió), cuando recibió (le-kabel, Cabalá), la sabiduría del Creador en el Monte Sinaí, para transmitirla a los ancianos, los sabios, los sacerdotes, los profetas, a las tribus, y luego a toda la Humanidad.
Óscar Reyes-Matute
(Samuel Ibn Motot / שמואל אבן מתת)
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Fuente
excelente, gracias por la información. estaré meditando en ella