Ulises Segundo Hernández, nacido en Los Jobitos, un pintoresco pueblo de la costa oriental del Lago de Maracaibo, en el municipio Miranda del estado Zulia… ese era mi abuelo materno, murió recientemente en el día de mi cumpleaños a la edad de 100 años.
Les aseguro que no era el abuelo típico, no se imaginen un abuelito dulce y querendón. Era un hombre fuerte, duro, inteligente y orgulloso. Tuvo 36 hijos, solo tres con mi abuela y mi mamá era la mayor de todos.
Él decía sin ningún pudor, que el hijo mayor era el que se quería más, que Ana Riquilda, mi madre, era Caracas y los otros el resto del país, premisa que no le impidió quitarle el habla por más de cinco años por casarse con mi papá, a quien no quería.
Nació en una familia pobre, no fue inscrito en el colegio, pero escuchaba las clases desde la puerta y decía que su cuarto grado, valía más que un título bachiller, les aseguro que leía y sacaba cuentas mejor que cualquiera.
El primer negocio que tuvo fue junto a su compadre y socio, Julio Paz, la importación de whisky desde la isla de Aruba… por su puesto, era ilegal, a decir verdad era contrabandista. Un día la Guardia Nacional lo persiguió y le quitó todo. Totalmente arruinado, pero astuto como él solo,
se escondió en un depósito bajo tierra para evitar ir preso. Después de varios días un general amigo suyo lo saco y le dijo: - Ulises no sigas contrabandeando, y desde ese momento jamás volvió a hacerlo.
En vista de que su primera empresa fue intervenida abruptamente por razones obvias, se propuso a emprender con otro negocio. La embarcación que utilizaba para transportar el whisky que contrabandeaba, lo puso al servicio de la pesca y al mismo tiempo también se dedicó a la conformación de una contratista petrolera que terminó de darle los dividendos que necesitaba siendo así, una de las más prosperas y grandes del estado Zulia. Y en esta ocasión puedo decir con propiedad que lo hizo con trabajo, dedicación y honradez.
Esta nueva posición lo convirtió en el único benefactor de Los Jobitos y las poblaciones vecinas, dando trabajo a todo el que se lo pedía y ayudando a quien lo necesitara, sin nunca olvidar una promesa o un compromiso.
Desde la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, ya era militante del partido social cristiano, COPEI. En 1969 fue electo consejal del distrito Miranda, y en 1981 se convierte en presidente del mismo, donde se propuso férreamente a buscar las soluciones de los problemas que padecía esta región de la Costa Oriental del Lago (COL).
Los puertos de Altagracia, población fundada al mismo tiempo que Maracaibo, era la capital del distrito Miranda. Una de sus primeras necesidades era no tener transporte marítimo para trasladarse desde
y hacia Maracaibo. Mi abuelo se propuso conseguirlo y no solo eso, prometió que estarían en el pueblo el día de la Virgen de Altagracia, el 26 de diciembre, como parte de la celebración de las fiestas de la patrona.
Ante tal empresa, en ese momento casi irrealizable, un contrario a su gestión, militante del partido Acción Democrática, burlándose de él le dijo, -si, ¡¡como no!!… ¿cómo te dicen a vos… Cristóbal Colón?
Además de la oposición política, también estaba el tema económico porque ningún banco quería otorgar el crédito. Los gerentes le decían que el gobierno no pagaba, entonces mi abuelo hizo algo impensable, pidió el crédito a su nombre y convirtió al gobierno municipal en su socio, un escenario ilegal a tal punto que fue interpelado por el mismísimo presidente de la República Luis Herrera Campins (1978-1983), quien además era su amigo.
Mi madre que ya era abogado, lo acompaño. Ella contaba que Luis Herrera le decía, -Ulises… ¿tu no te das cuenta que puedes ir preso?, a lo que mi abuelo le respondió -¿y quien me va meter preso… vos?. El ambiente se puso tenso y el presidente ordenó que lo dejaran a solas con mi abuelo, cuentan los presentes que al cerrar la puerta del despacho presidencial, la discusión era tal que los gritos se escuchaban en todo el palacio de Miraflores.
Mi abuelo Ulises Hernández, se había comprometido con el pueblo del distrito Miranda a colocar sus lanchas en las festividades de la Virgen de Altagracia para el 26 de diciembre de 1981. Primero tuvo que sortear con la negativa de migración, segundo era diciembre y eso dificultó realizar los trámites de nacionalización y aduana. Sin embargo, las embarcaciones lograron llegar hasta el puerto de Maracaibo.
Estaban las lanchas, pero ahora no había certeza de cumplir la promesa porque era navidad y estas estaban retenidas en Maracaibo, sacarlas sin autorización represetaba otra falta a la ley, pero al mejor estilo de una cruzada del capitán Jack Sparrow en Piratas del Caribe, mi abuelo ordenó a su personal a buscarlas de madrugada para colocarlas en el muelle de San José de los puertos de Altagracia, custodiadas para protegerlas de los curiosos y de quienes querían el fracaso del presidente municipal.
El 26 de diciembre, en medio de la fiesta de la vuelta al terruño, celebrando la fiesta de la santa patrona, tres lanchas para el transporte entre Maracaibo y los Puertos de Altagracia, fueron bautizadas como la Niña, la Pinta y la Santa María en alusión a aquella burla que terminó por convertirse en realidad, cuando Ulises Hernández, cumplió la promesa de darle el transporte marítimo que el pueblo pedía.
Y es así como se cuenta en mi familia, como llegaron las carabelas de Colón a los puertos de Altagracia, capitaneadas por Ulises Hernández.
Mi abuelo pasó todas las acciones al consejo municipal y jamás se lucro con el bien público. Al final de su vida murió olvidado y viendo quebrada la empresa que levanto con el sudor de su frente, pero aprendimos que el trabajo que mejor se hace, el que sale del corazón, debe ser hecho a mano.
Créditos
Texto: | Nanet Artigas @nanetcita |
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Fuente | "Las lanchas de Los Puertos", por José Finol Linares ©2010. |
Imagen 1 | Archivo fotográfico familiar (foto escaneada) |
Imagen2 | Distancia costera entre los puertos de Altagracia y Maracaibo, diseñada por @dicemario |
Imagen 3 y 4 | Capturas del libro "Las lanchas de Los Puertos" |
Imagen 5 | Archivo fotográfico familiar (foto escaneada) |
¡Wooooow! ¡Qué historia tan interesante! Recreé el texto mentalmente. Es un pesar que su abuelo haya terminado en el olvido por otros.
Como muchos otros héroes de este país.
Encantada con éste texto, gracias.
Gracias a ti.
Caramba. El ABUELO.
Tremenda historia compañera.
Tiene muchas así de increíbles, pero esta es de las que más me gustan.
Tremenda historia. Qué bueno que dejó el guisqui por la pesca. Éxitos.
Pues si...
Que relato. Que bueno que lograste rescatar ese legado, un digno ejemplo de tenacidad.
Si, la verdad mi abuelo fue un gran hombre
Qué historia tan buena. Me dice mi mamá que ya se había montado en las lanchas con el nombre de La Niña, La Pinta y la Santa María, pero ahora conoce la historia detrás de ellas. Gracias por compartirla, de verdad un artículo como para leerlo a los niños en los colegios del estado Zulia.
Por ahí hay un libro, pero no cuenta algunas cosas y cambia otras.
Dios míiiiiiio, qué maravillosa historia. Cruda, valiente, honesta. Una lección que muestra esa forma de ser de unos venezolanos que no se ponían obstáculos sino encontraban soluciones en una nación que parece nacida para interponerse con burocracia, con descreimiento y desunión. Desde ya admiro a tu abuelo. He estado en Los Puertos. Quiero recontar esta historia a otros amigos.
Era una de las cosas admirables que tenía, entre muchas mas, era un hombre de soluciones. Gracias por divulgar su historia. A propósito, ya esas lanchas no existen, y retrocedimos de nuevo, solo queda una lancha que años después la colocó PDVSA en la ruta, pero ahora es mas lo que está "en reparación", que funcionando.
Fue un gusto publicarla también en mi cuenta de Twitter y darle Resteem. Y qué lástima lo que me actualizas. Peor que en 1998...