Esta fotografía se la tomé a un chamito de la Cota 905, hace casi dos años.
Domesticar las palpitaciones desprovistas de calma es una opción. No basta el instante consagrado si las serenidades son ida y vuelta.Intuiciones profanadoras del tiempo. Las señales, astutas compañeras, ocupan el espacio disgregadas en cualquier forma. La función recae expectante, en la mirada oculta de los infieles, a salvo en un fragmento casi invisible de la memoria.
Hay una humanidad, cruenta de mirar, está y ha estado siempre, sin expresar nada definible.