Recuerdo que ese día estaba bastante nerviosa porque iba a ingresar a una clase con completos extraños, no paraba de observar mis cuadernos ni tampoco dejaba de ver la hora porque quería que ese día se acabara, no sabía si me gustaba estar ahí o simplemente me quería ir. Pasaron los días, mi incomodidad fue bajando pero igual sentía que no encajaba, hasta que en un receso escuche como alguien a mis espaldas mencionaba a uno de mis cantantes favoritos, yo volteé rápidamente para saber si había escuchado bien, no pude evitar emocionarme y preguntarle si le gustaba ese artista, tampoco puedo negar que en mi interior deseaba que dijera que si pero, ya estaba acostumbrada a las palabras de rechazo cada vez que hablaba de ese tema.
Las semanas se habían convertido en meses y cada vez que llegaba a ese salón del cual no sentía que encajaba, por primera vez me di cuenta que empezaba a formar parte, porque estaba alguien esperándome, una persona que al tiempo se volvió mi mejor amiga. Se terminó aquel curso de verano y yo pensaba que no nos íbamos a volver a ver, pero la vida nos regaló algo que todo el mundo debería apreciar y es una amistad, una verdadera amistad.
Cuatro años después y nuestro gusto por aquel artista no ha cambiado, nuestra amistad sigue siendo la misma, diría que hasta se volvió más fuerte, aunque una noche sentí como todo se había derrumbado dentro de mí, me di cuenta como mi corazón se detuvo y como de mis ojos no paraban de brotar aquello que llamamos lagrimas, tan solo una llamada basto para que mi mundo se viniera abajo, de la otra línea solo pude escuchar un “me voy del país” logrando que ese momento se llenara de silencio, unas simples palabras hicieron que me diera cuenta de lo que estaba sucediendo, mi cerebro simplemente estaba en blanco y mi corazón solo gritaba “por qué”.
A mi mente cruzaron muchas preguntas aquel día de tu despedida, no podía evitar alegrarme por ti pero tampoco podía dejar a un lado mi tristeza, sonará egoísta de mi parte pero no quería que te fueras, no quería seguir despidiéndome de personas que me importan, no quería que aquellas personas que quiero se alejaran nuevamente de mi lado. Ese día solo pude sonreír, reír hasta más no poder y pensar en que esta amistad será para siempre, después de abrazarte y decirte “esto no es un adiós, nunca lo olvides” al llegar a mi casa fui corriendo a abrazar a mi mamá, lo que no lloré frente a ti lo hice frente a ella, no quería que esta fuera una despedida, simplemente no quería tener ese fuerte dolor en el pecho, no paraba de suplicar para que se fuera esa terrible sensación.
Y tan solo pensar, que aquel día no dejaba de ver la hora para dejar de estar ahí.
- ¿Crees que la distancia nos separe?
- Bueno, la distancia ya de por sí lo hace pero nosotras no podemos permitir eso.
- Algún día nos volveremos a ver ¿no?.
- Claro! Por algo somos mejores amigas.
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